El ejemplo que te proponíamos la
semana pasada para que lo analizaras era el de la norma:
“Hay que pagar los impuestos”
Veamos qué tipo de norma es esta.
Es evidente que es una norma
jurídica, puesto que hay un conjunto de leyes que nos obliga a
pagar los impuestos. Y si no los pagamos, una sanción caerá sobre
nosotros.
¿Será también una norma moral?
La moral se basa siempre en argumentos racionales que a un ser humano
le convencen. Estos argumentos le generan una autoobligación,
es decir, una obligación en conciencia de cumplir la norma, con
independencia de que alguien desde fuera le obligue o no. Dan lugar
también a una incondicionalidad, esto es, que, como
consecuencia de estos argumentos, la norma no se cumple para que a
cambio obtengamos algún beneficio, sino por convencimiento, sin
mirar siquiera si ello va a aportar alguna ventaja o no. Y, por
último, estos argumentos generan universalidad, o sea, que se
considera que la norma es tan buena que todos los individuos del
grupo humano que se considere deberían cumplirla.
El argumento clave en este caso
seguramente es el de que los bienes sociales comunes de los
que disfrutamos todos necesitan ser pagados con dinero, y ese dinero tiene
que salir de los impuestos. Queremos una sanidad gratuita y para
todos, una educación también gratuita y universal, deseamos buenas
carreteras, una justicia ágil, una buena televisión, unas pensiones
dignas para todos, etc. Todos estos servicios y muchos otros tienen
que ser financiados con los impuestos. Lo que es impresentable,
injusto y ridículo es que alguien no pague impuestos y que exija,
por ejemplo, que la sanidad le cure gratis su enfermedad.
Si yo entiendo esto y estoy de acuerdo
con ello, es evidente que me sentiré autoobligado a pagar los
impuestos, puesto que es la manera de poder mantener un Estado que
permita que todos puedan gozar de estos servicios básicos. Si no
hubiera impuestos, nos podemos imaginar cómo sería la vida en
nuestra sociedad: o no habría nada de nada o sólo los ricos podrían
costearse los servicios.
Puede que alguien pague los impuestos
para obtener a cambio algún servicio que le interese, que le venga
bien. Si actúa así, no lo hará de manera indondicional, en cuyo
caso la norma en cuestión no sería, para él, moral. Pero cabe
también la posibilidad de que alguien no lo haga de manera egoísta,
como si su aportación fuera un negocio más: yo doy para que el
Estado me dé. Es posible que alguien se plantee que debe haber una
sanidad gratuita para todos, aunque él no la use, y una educación
gratuita y universal, aunque tampoco la use. La idea de que la
sociedad debe funcionar con la aportación de todos -la de los ricos
deberá ser mayor que la de los pobres, evidentemente- aunque una
persona dé más que lo que recibe o, incluso, aunque no reciba nada,
esta idea sí sería incondicional.
Este caso muestra que, en muchas
ocasiones, la actitud ética es difícil y dura. Porque puede que ser
ético salga caro -cuando se da más de lo que se recibe-, pero
también la solidaridad, la justicia y la igualdad son valores que
tienen que tener peso en la vida de las personas. Esta norma sólo
será ética para aquella persona que pague los impuestos de manera
generosa, solidaria y sin buscar una contraprestación proporcionada
a lo que da. Un egoísta nunca podrá ser una persona ética.
Con más facilidad se puede entender
que la norma sea universalizable. Si sólo pagasen impuestos
unos pocos, se resentirían los servicios que ofrece el Estado y eso
no sería bueno para la colectividad.
Esta norma, por tanto, es jurídica y
puede ser moral, dependiendo de la actitud con la que se cumpla.
Sobre la importancia de las actitudes en la moral diremos algo más
adelante.
Ahora te propongo, para que ejercites
tu análisis, que intentes ver si es jurídica o moral la siguiente
norma, que es demasiado común en ciertos ambientes:
“Si mi perro ya no me sirve para
cazar, lo puedo matar.”
Si lo necesitas, puedes opinar o
preguntar a través del correo electrónico mcetica@gmail.com
. Buena semana.