Indudablemente, siempre que alguien se atreve a traspasar una línea, se genera expectación y los recelos provocan dudas y controversias. Es una reacción natural, aunque perjudicial para el que emprende el camino. Sin embargo, resulta absolutamente necesario que, de forma persistente, haya valientes –muertos de miedo, con toda probabilidad- que no cesen en su empeño de probar y arriesgar. No obstante, no suele ser común que los pioneros sean distinguidos cuando se asientan y amplían sus acciones, vedadas o reservadas a unos pocos en tiempos anteriores...
Puedes leer el artículo de María Rodríguez Velasco pulsando aquí.
.webp)