APIO
En
latín era apium,
palabra que ya los romanos y san Isidoro relacionaban con apis,
abeja, porque es una planta que atrae mucho a las abejas. En
principio apium
designaba a la vez al perejil y al apio, y cuando hablan de coronas
de apio, sabemos que se refieren a coronas de perejil para celebrar o
adornar a los vencedores, hasta que en el siglo I se empieza a llamar
petroselinum
al perejil. El apio
era corriente en todos los huertos romanos y se consumía
normalmente.
PUERRO
En
latín era llamado porrus,
así que diptonga con regularidad y da puerro,
como portus
> puerto
o porta > puerta.
Aquí podríamos dejarlo, y se acabó. El problema surge si se
compara con porra,
palabra que no está diptongada. Después de cien argumentaciones,
Coromines decide que porra
es de origen incierto. Porra
es común al castellano, catalán y portugués y es centro de una
gran familia: porrazo,
aporrear,
porrada,
a porrillo,
en porreta
(desnudo, como el puerro
tierno, aún sin que le hayan crecido las hojas verdes que lo
cubren). Y está porro,
vulgarismo que designa al cigarrillo de marihuana, que debería
derivar, supongo yo, de porra
y no de porrus
/ puerro. ¡Tanto
problema por un triste diptongo! Y eso sin entrar en porrón,
sí, el del vino, palabra que ha entrado desde el mozárabe.
BERENJENA
De
origen sánscrito, la palabra pasa al persa y de este al árabe, y de
la forma árabe bedinyena
viene nuestra berenjena.
En catalán tiene el ártículo árabe al,
albergínia.
Del catalán derivan las formas francesa y alemana, aubergine.
En portugués es berinjela,
euskera berenjena.
Otra vía de penetración del arabismo es el italiano, en el que la
contracción del latín melo
(fruto) y la forma árabe dialectal bandigian
produce melanzzana.
ALCACHOFA
Es
otro arabismo. Del árabe hispánico harsufa
con artículo árabe al,
se originan el castellano alcachofa,
portugués alcachofra,
euskera alkatxofa,
y de estas formas el francés artichaut
e inglés artichoke.
Por su parte no conservan el artículo árabe el catalán carxofa
e italiano carciofo.
CALABAZA
El
castellano calabaza
y catalán carbassa
conservan una palabra prerromana, seguramente ibérica, relacionada
con galápago,
por la relación entre la cáscara dura y el caparazón. Hay quien
defiende que la palabra ibérica podría haber sido traída por los
griegos, que en su primera colonización habrían traído las
semillas y la palabra. La palabra portuguesa abóbora
también tiene un supuesto origen griego, ἀποφορά
(apoforá), que significa "para llevar algo", pues de
siempre la calabaza ha servido de cantimplora a peregrinos y otros
personajes extraños.
NABO
Del
latín napus.
La p
intervocálica se sonoriza como en lupus
> lobo o cipulla
> cebolla. Se
consumía prácticamente a diario en Centroeuropa durante la Edad
Media, hasta que fue desplazado por la patata. Se consumen su
suculenta raíz y sus hojas, los riquísimos grelos
de la cocina gallega, y cuando se marchitan, son forraje para los
animales. Grelo
deriva del diminutivo de germen,
germello.
RÁBANO
Viene
del latín raphanus,
y este del griego ῥάφανος
(ráfanos). Era la hortaliza más barata en los mercados romanos. Por
eso seguimos diciendo. "Me importa un rábano".
Y
hasta aquí los productos agrarios. He seleccionado los más
importantes, o los que a mí me han parecido más importantes. Antes
de acabar voy a referirme a las setas,
esos hongos comestibles, silvestres y a veces cultivados.
SETA
La
palabra es exclusiva del castellano. Hay varias teorías sobre su
origen. Unos creen que está relacionada con seda,
por los filamentos, hilos finos que son algunos hongos. Coromines se
inclina por un origen griego, σηπτά
(septá, cosas podridas), aplicado a mohos, hongos, palabra que
habría llegado en el lenguaje de médicos y boticarios. Esta palabra
es de la misma raíz que asepsia,
septicemia
o antiséptico.
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