viernes, 16 de octubre de 2015

Los viernes, etimologías. 81. Palabras de origen africano



Dejemos de lado por hoy las palabras de origen norteafricano. Con los árabes algunos musulmanes de origen norteafricano trajeron a España palabras marroquíes o bereberes. Zapato, por ejemplo, no es exactamente árabe, sino de la lengua del Magreb (aunque su origen es muy discutido y confuso). Argán, ese aceite tan usado en cosmética, es una palabra berebere, el nombre del árbol, que es incluso patrimonio de la UNESCO.

Hoy quiero referirme, y este es el significado de africanismo, a las palabras que llevaron los esclavos negros capturados en África y transportados a las colonias americanas, donde entraron en contacto con el español. Muchas han sido incorporadas al Diccionario y forman parte de nuestro vocabulario común. El origen de los esclavos era mayoritariamente el Golfo de Guinea, la zona de las etnias bantúes, y son, la mayoría de los africanismos, originarios de las lenguas de esta zona, yoruba, kimbundo y kikongo. La estrategia era separar a estos esclavos, mezclarlos con los de distintas lenguas, para dificultar su comunicación, y no conservaron sus lenguas, solo palabras aisladas que por azar pasaron al español. La zona donde están documentadas estas palabras es mayoritariamente el Caribe: Puerto Rico, Santo Domingo o Cuba, pero también Río de la Plata o Brasil.

Ñame es el nombre de la planta, también llevada de África. 

Banana fue el nombre que recibió el plátano, llevado de Canarias a las Antillas en el s. XVI. Sobre Macondo, escenario de "Cien años de soledad", García Márquez declaró que era el nombre de una hacienda que él conoció, donde se cultivaban plátanos; y hay investigadores que han constatado que macondo era el nombre que algunos esclavos daban al plátano.

Chimpancé entró del francés al español, macaco desde el portugués, pero ambas son de origen africano. Caimán puede ser de origen caribeño, pero desde el s. XVII algunos defienden su origen africano.

Hay muchas palabras del mundo musical: bachata, milonga (en kimbundo significa palabra), conga (está relacionada con el nombre Congo), tango (hay muchas teorías, pero todo apunta a que es de origen africano, significó lugar de encuentro, y después lugar donde se juntaban los negros a bailar), samba (que, sin embargo, cuenta con defensores de su origen español, de zambapalo, el que bailaba como si se hubiera zampado un palo, palabra usada por Quevedo), rumba, merengue, cumbia, mambo, pachanga, bongo, marimba e incluso funk (que en kikongo significa olor corporal, y evoluciona a auténtico, fundamental, y así lo incorpora el jazz a su vocabulario). Boogie woogie, del bantú mbuki-mvuki, desnudarse para bailar mejor, apareció en el Sur de EEUU. Con disquisiciones particulares de cada palabra, todas son africanismos o pueden serlo.

Zombi, vudú, mucama, tanga (taparrabos en kimbundo), cachimba son africanismos sin duda alguna.

Quilombo, usada en el cono Sur con el significado de gresca, alboroto, en kimbundo significa fuerte y guerrero, y está ligada a los esclavos fugitivos que en la selva se organizaban en fuertes.

Chévere, probablemente de origen africano, significaba excelente en el lenguaje ritual de una sociedad secreta, la Abakúa, que luchaba contra la esclavitud.

Ñu, okapi, impala (zulú), mamba, safari (swahili), el cola de Cocacola (mandinga), el término mandinga, tse-tse, dengue son africanismos llegados por distintos cauces, a veces no el de los esclavos negros.

En fin, animo a mirar a los africanos que encontramos a diario, reflexionar sobre el vergonzoso trato que el hombre blanco les ha dado y pensar que muchas palabras que usamos son suyas, son originarias de sus lenguas, y que las lenguas, aceptando vocablos emigrantes, a veces son más hospitalarias que las propias sociedades humanas.


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