Me quedé sin darle un beso a María.
Vi que llevaba su brazo totalmente tatuado. Le vi también tatuajes
en un muslo. Vi su mirada. Me pareció llena de inteligencia y de
ternura. Le dije que ya nunca se podría desnudar del todo, que
siempre llevaría sobre su piel el tatuaje que la vestía. Me
contestó que se tatuaba para desnudar su alma porque en su piel
estaba escrita su vida, todo lo que para ella era importante. Me
quedé pensando. Se quedó pensando. Nuestras sorprendidas miradas se
encontraron. Yo sentí la vida por dentro. Nos faltó un abrazo, un
beso. La estética dejó paso a la vida, a la fortaleza galopante y
sorprendente de la vida. Buenos días.
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