miércoles, 21 de agosto de 2013

Buenas noches. El árbol

Si plantas un árbol y no lo pones vertical, crecerá torcido. Si está en una zona de vientos fuertes, es posible que crezca de tal forma que sea prácticamente imposible que vuelva alguna vez a crecer con normalidad.

Lo mismo ocurre con la educación de los niños y de los jóvenes. Hay veces que en la propia familia están las ideas un tanto torcidas y, si se le inculcan así al niño, comenzará un proceso de deshumanización que, si se ve impulsado por el viento de una educación poco adecuada, terminará por crear un ser extraño, poco desarrollado y sumido en un proceso de degradación poco recomendable.

A mí nadie me dijo que lo hiciera y por eso no lo hice, pero si yo tuviera ahora veinte años, revisaría todas las ideas, costumbres, valores y criterios que me inculcaron en mi infancia. Aún lo hago con frecuencia, pero entiendo que cuantos más años se tienen, más difícil es enderezar el árbol. Me pondría a pensar qué idea tengo de la libertad y si va acompañada o no de responsabilidad, si las igualdades son importantes o no en mi vida, si tengo claro lo que es la educación física, qué papel juegan las costumbres en mi vida, si significan algo para mí la solidaridad y la generosidad, cuál es el alcance de la higiene, si tengo suficientes fuentes de placer para elegir y para disfrutar de varias maneras, si sobre el sexo tengo claro con quién, cómo y para qué, si mi cuerpo es mío o no, si debo ocultarlo o no, si es fuente de mal o no, si debo cuidarlo y cómo, si entiendo lo que significa el amor, si habría que configurar la convivencia de una manera distinta y si la vida tiene sentido y dónde hay que encontrarlo.

Hay que intentar ir siempre por delante de la vida, porque si no, la vida hace con uno lo que quiere. Buenas noches.

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