Venía de una calle transversal y se
cruzó delante de nosotros. Llevaba una falda corta que dejaba ver
unas piernas potentes, muy bonitas, con unos muslos musculosos dignos
de atención y de elogio. Empujaba con mucho esfuerzo cuesta arriba
una sillita con un niño o niña dentro. Alrededor iba un grupo de
niños. Alguien me dijo que aquella mujer tenía 23 años y 5 hijos,
que estos niños solían estar bastante desatendidos y que uno de ellos, cuando
tenía 5 años, aún estaba sin escolarizar. No la volví a mirar. Me
vino a la mente la imagen de sus muslos, pero también la de su
mente, y preferí dejar de pensar en esa mujer porque la situación
de los niños me iba a hacer odiar los muslos bonitos o, por lo
menos, el recuerdo de los suyos. ¿Se puede hablar de verdad de
belleza humana? ¿Dónde radica lo mejor del ser humano? Buenas
noches.
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