Había un mundo de frescura, de
alegría, de luz festiva, de sentimientos expresados, de vivencias
contadas, de novedades recibidas con ilusión, de proyectos por
vivir, de naturalidades, de colores vitales, de sonidos agradables, de saborear la suave brisa de la libertad, de paz activa, de ganas de vivir.
De pronto, otro mundo apareció. Eran
las mismas historias de siempre, la oscuridad por todas partes, el
cartón piedra, las gruesas capas de maquillaje en el alma, el
encorsetamiento, el pánico a lo diferente, a lo nuevo, el futuro
diluido, el olor a naftalina, el gris ambiental, la vejez de mente,
la cerrazón, la guerra pasiva, el miedo a vivir.
El choque fue brutal, difícilmente
soportable. La vida huye de la muerte y la muerte no soporta la vida.
Buenas noches.
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