¿Es este blog una mercancía? ¿Estoy vendiendo yo algo al poner aquí una entrada? O quizás, ¿estoy comprando yo algo? ¿Estamos entrando en un juego de contraprestaciones? Espero que no, pero si detectas algo, desearía que, por favor, me dieras la voz de alerta.
Viene esto a cuento del artículo -espléndido me parece a mí- que sacó ayer Santiago Auserón en el Babelia de El País. Auserón es filósofo. Yo lo veía en la Facultad, pero él a mí, no. Y era brillante y lúcido, como ahora lo sigue siendo a la hora de escribir. El artículo se llama Canciones que todavía no existen y trata sobre el poder que tuvieron y tienen las canciones, y del que tendrán. En el transcurso del escrito dice esta frase que me ha hecho pensar:
Viene esto a cuento del artículo -espléndido me parece a mí- que sacó ayer Santiago Auserón en el Babelia de El País. Auserón es filósofo. Yo lo veía en la Facultad, pero él a mí, no. Y era brillante y lúcido, como ahora lo sigue siendo a la hora de escribir. El artículo se llama Canciones que todavía no existen y trata sobre el poder que tuvieron y tienen las canciones, y del que tendrán. En el transcurso del escrito dice esta frase que me ha hecho pensar:
Lo que se teme de los jóvenes no es tanto la formación de malos hábitos, más propios de los adultos, sino la capacidad de concebir algún valor que no se reduzca a mercancía.
Seguramente eso sea hoy la revolución: algo al margen del mercado, que se pudiera desarrollar sin beneficios y que así pudiera alcanzar poder. Si el neoliberalismo intenta transformar los servicios públicos del Estado del bienestar (sanidad, educación) en excusas para obtener beneficios, ¿toleraría un foco de poder no venal? Ese es, según Auserón, el sentido de las canciones.
Debería escribir más este hombre. Si quieres ir a su página web, pincha aquí.
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