Tal día como hoy de 1919 nació Elizabeth Anscombe.
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El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Echo en falta lo que podríamos llamar el buen gusto. Noto su ausencia en las pequeñas y en las grandes cosas. En lo que hacemos, en las relaciones humanas, en la política, en el trato público, en la manera de pensar de muchas personas. Sin buen gusto no hay buena vida y todo se viene abajo. Es el gusto por el respeto, por la cordialidad, por hacer las cosas bien, por no decir barbaridades, por tratar a los demás, al menos, con cortesía. No sé si estas cosas se recuperan.
De momento, respira hondo. Relájate. Descansa. Buenas noches.
No tengo demasiadas ideas claras. No me gustaría tener las ideas claras. Para tener las ideas claras hay que simplificar mucho la realidad, porque la realidad no es simple sino compleja, muy compleja. Simplificar lo complejo es renunciar a enterarse de toda la realidad, de la realidad tal cual es.
Hay especialistas en simplificar todo lo que ocurre. Se quedan con lo que les interesa que quede y luego lo exponen en alto, para que los menos avisados no lo piensen, sino que se lo traguen. Así día tras día. Las mentiras fabricadas de esta manera vuelan por el aire y anidan en mentes frágiles, a las que dañan, muchas veces sin remedio.
No quiero tener ideas claras. Prefiero vivir en la incertidumbre de lo real, en el difícil galimatías de lo real, en el querer saber un poco, pero verdadero, en lugar de confundir el saber con las mentiras propagadas.
La verdad no es más que una escalera por la que hay que subir constantemente sabiendo que probablemente nunca llegaremos al último piso, pero que vivir es subir.
Respira hondo. Relájate. Descansa. Buenas noches.
Son ya 18 días. Puede que lamentablemente queden muchos más. Tengo un nudo, no sé si en el estómago o en la mente. Ese nudo me lo produce el pensamiento de que pudo pasar aquí. Ellos estaban como nosotros, viviendo el día, haciendo planes para un futuro más o menos lejano, disfrutando de la convivencia en el confort del hogar, pensando en las preocupaciones de la vida. Y, de pronto, casi sin avisar, te asaltan las preocupaciones de la muerte. Tienes que cambiar, aunque no quieras, el confort por la intemperie, el futuro por el momento presente, los planes por la huida.
Quiero dar las gracias por cómo vivo, por las circunstancias que hacen agradable mi vida, por que mi sufrimiento es escaso en comparación con el de millones de personas, por que aunque llueva, sé que escampará, por que aunque sea invierno, llegará el verano.
He aprendido que la felicidad es una experiencia propia, pero siempre viene de haber cooperado a la felicidad de otro.
He aprendido que nunca hay que imponer los propios criterios a nadie. Puede que así se desperdicie la posible felicidad de dos personas.
He aprendido a sufrir con los propios límites, pero siempre con la esperanza de ser capaz de superarlos.
Piensa en el Bien. Respira hondo. Descansa. Buenas noches.
Si tienes un hijo o una hija, no los dejes desorientados. No se lo merecen. Aplícales tu experiencia. Recuerda tu vida cuando eras como ellos. No dejes que tengan que improvisar siempre, a cada momento. Tampoco los protejas demasiado. Intenta adelantarte a los acontecimientos y darles las ideas necesarias para que ellos puedan construir sus vidas, pero que lo hagan bien. Insiste en que aprendan a ser conscientes de cada momento que vivan, a gozarlo, que no pasen por la vida sin disfrutar de ella. Todo es muy corto, no solo cada momento de la vida, sino, sobre todo, la propia vida. Se pueden perder, pero también es posible que les cueste mucho encontrarse si se sienten abandonados o desorientados en la vida. No los dejes solos.
Una propuesta para que nos pongamos a debatir en serio en qué consiste el feminismo. Puedes leer aquí el escrito firmado por Juana Gallego.
Hoy es el Día Internacional de la Mujer. No entiendo que hoy se felicite a las mujeres. ¿Por qué? Si están en un plano desigual respecto de los hombres, si sufren violencias por el hecho de ser mujeres, ¿a qué viene una felicitación?
Este Día debe ser un día de reflexión y de búsqueda de información sobre el estado de las mujeres aquí y en el mundo.
Puedes preguntarte por la Ley Trans que se quiere aprobar en España. ¿Te parece bien que, por ejemplo, un hombre que se sienta mujer, deba ser considerado como que es mujer por el mero hecho de sentirse así? No se quiere patologizar esa situación, pero ¿no tendría algún médico que decir algo para evitar posteriores arrepentimientos ya sin remedio? ¿Puede un adolescente, por su cuenta, decidir algo así? Considera la situación de la prostitución. ¿Crees que es más justo para las mujeres que se regularice la prostitución o que se proceda a su abolición? Busca argumentos que te ayuden a formarte tu opinión.
Y si quieres ver lo que se plantean las mujeres más allá de nuestras fronteras, te dejo el enlace de ONU Mujeres https://www.unwomen.org/es/noticias/en-la-mira/2022/03/en-la-mira-dia-internacional-de-la-mujer-2022 para que veas, por ejemplo, cómo es de preocupante el cambio climático para las mujeres de todo el mundo.
Piensa sobre estos temas porque sin duda eso servirá para mejorar la situación de las mujeres.
Buen día de reflexión.
Las mujeres son, a todos los efectos, seres humanos. Los hombres, también.
Las mujeres y los hombres tienen los mismos Derechos Humanos.
Las mujeres y los hombres tienen derecho a vivir como seres humanos y a tener vidas concretas similares.
Las mujeres y los hombres tienen derecho a ser educados en el respeto, en la libertad, en la igualdad y en la justicia.
Las mujeres y los hombres deben saber que los Derechos Humanos no los suele regalar nadie. Hay que luchar por conseguirlos y hay que evitar que algunos interesados intenten hacerlos desaparecer.
La separación masculino/femenino es una creación interesada de algunos miembros de la sociedad, y tiene que dejar de tener sentido.
Las brechas de todo tipo (económicas, laborales, sexuales, etc.) tienen que desaparecer, y esa tarea nos incumbe a todos.
Las administraciones, los medios de comunicación y todas las personas deben hacer lo necesario para educar a los ciudadanos en la igualdad y para que desaparezca la violencia de género.
Las mujeres deben esforzarse en tomar conciencia de la verdadera situación en la que están y del peligro que corren por el mero hecho de ser mujeres.
Todo ser humano, sea cual sea su sexo, debe tener la sensibilidad suficiente para darle importancia a cualquier injusticia que sufra en cualquier lugar del mundo una mujer, por el hecho de ser mujer, y para luchar contra ella.
Si soy leal a una persona y hace algo mal, ¿debo seguir siéndole leal? La lealtad ¿es a las personas o a las ideas?
El respeto, el cariño, la importancia de las normas para la convivencia, la elegancia de una conversación pausada, la educación en la familia. De esto habla este artículo que el periódico Astorga Redacción ha tenido la amabilidad de publicarme y que puedes leer aquí.
El peligro de tontear con dictadores es enorme. Hablo de alabarlos, defenderlos, seguirlos y votarlos.
Un dictador es un anomalía de la humanidad. Adolecen de antidemocracia. Tanto él como sus seguidores parten de que no todos tenemos los mismos derechos. Creen que hay gente superior. Se consideran así porque les interesa a ellos y al grupo dirigente, y se esfuerzan para que sus seguidores lo crean también. Les gusta mucho más lo vertical que lo horizontal.
¿Qué busca el dictador? Sobre todo, dos cosas: satisfacer su ego y llenar sus bolsillos. La psicología del dictador suele estar desequilibrada. Sus caprichos suelen ser más importantes que lo poco que les dice su razón, que suele estar bastante desengrasada. Que quiere invadir un país vecino, pues lo invade. Que quiere dar un golpe de estado, pues lo da. Que quiere el poder aunque sea mintiendo miles de veces, pues lo intenta. Que quiere que su familia se lucre porque es su familia, pues los lucra. Que aspira a cambiar las leyes para que todo sea un negocio y beneficie a los ricos, pues hay que hacerlo.
Un dictador, diga lo que diga, jamás hará nada que beneficie a la colectividad. El objetivo de sus decisiones son o su propio interés o los privilegios de sus amigos, de su familia o de quienes le ayudan.
Es muy peligroso tontear con dictadores.
Nunca supo ser un buen político. Nunca supo nada ni de leyes ni de estrategias ni de humanidad ni de política. Se equivocó constantemente. Ha hecho un daño tremendo a la democracia, a quienes han confiado en él y al país, pero él cree que lo ha hecho bien. Ahora tampoco sabe por qué tiene que irse.
En este país están surgiendo políticos de nuevo cuño seriamente trastornados. Uno se ve obligado a irse de la política y luego lo echan del trabajo. Otra se cree la enviada omnipotente del Altísimo y ya está en la fiscalía. Otro se inventa una manera barriobajera, chulesca, insultona e inútil de hacer política y ahora no sabe por qué se tiene que ir.
Todos estos nuevos políticos sueñan. Sueñan demasiado. Tienen unos egos que no han aprendido a dominar y solo manejan su mediocridad y sus delirios de poder. Los más embrutecidos de ellos quieren el poder como sea, porque se consideran enviados de los amigos del dinero para, desde las altas cimas del mando, cambiar las leyes como sea, de manera que todo se convierta en un negocio que favorezca a los ricos. Saben que muchos pobres -que se olvidan de que lo son- se identifican con este ideal y los van a apoyar. Mientras tanto, se pelean entre ellos porque todos, en medio de su mediocridad asustante, creen tener la verdad, y llega un momento en que no hay sitio para tantas verdades.
¿Qué pensar ahora de esa prensa que los apoyó contra todas las evidencias? ¿Les habrán pagado antes de todo esto? ¿Qué pensarán quienes iban gritando por la calle con banderitas, como si defendieran al Sumo Hacedor? ¿Quién curará ahora la desafección producida entre la gente sana que ha creído que esta política de gritos e insultos no merecía la pena? ¿Quién reparará todo el daño que han hecho al país? Y todavía queda otra, aunque esté atropellada por unas comisiones...
Está la persona, el ser humano. Y están los personajes, las funciones que la persona cumple a diario en la sociedad y que le hacen encarnar a unos seres que enmascaran, al menos parcialmente, a la persona. El vendedor, por ejemplo, cuando ejerce su función, no es un simple ser humano, sino que cumple un papel concreto encaminado a cumplir bien su función; debe decir y hacer cosas que, si fuera una mera persona, posiblemente no haría. El médico, cuando se pone la bata blanca, dice y hace cosas que deja de hacer cuando se la quita. Son como los actores, que en el escenario desempeñan unas funciones que cesan en cuanto se bajan de las tablas.
Entre la persona y el personaje que desempeña en la sociedad hay relaciones. La persona influye en el personaje. No todas las personas desempeñan igual una misma función. Pero el personaje también influye en la persona. Un médico que está acostumbrado a convivir con el dolor de los demás seguramente tiene una visión de la vida muy distinta a quien se pasa el día intentando vender casas a los clientes. Siempre hay un diálogo entre la persona y el personaje.
Nos pasamos el día desempeñando el papel del personaje que nos toca ejercer en cada momento. Somos padres, esposos, profesionales, amigos, ciudadanos, víctimas, opinadores, compradores o conductores. Muchos papeles para un solo actor. Muchos personajes para una sola persona. Cuando encarnamos cada uno de estos personajes, nos volcamos en ellos para que aparezcan de la mejor manera posible, pero ¿dónde queda la persona? ¿se pierde la persona para que gane el personaje?¿ponemos tanto interés en la persona como ponemos en cada uno de los personajes?
Una reflexión sobre la persona que somos es algo que deberíamos hacer durante un rato cada día y que, sin embargo, solemos olvidar. Creo que uno de los sentidos actuales del Carnaval es ayudarnos a redescubrir y a cuidar la persona que somos, esa que se esconde debajo de los diferentes disfraces que usamos cada día y que terminan siendo más importantes que el propio actor que los viste. Quitándonos los disfraces habituales y poniéndonos otro diferente, puede que aflore más fácilmente la persona que llevamos dentro y podamos ver con mayor claridad cómo somos.
Hace un par de años di por terminada mi asistencia en directo a los Carnavales. Ahora los viviré a mi manera, pero no olvidaré lo que aprendí en estas fiestas: debajo del disfraz hay una persona y descubrir cómo es ella es algo que debe ser importante cada día, en cada acto que hagamos, en cada momento que vivamos.