El problema fundamental de la vida es un problema ético.
¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano?
¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Unos, poquito a poco, a la velocidad lenta a la que va creciendo el amor, van intentando crear una vida más humana y un mundo mejor, en el que podamos estar todos sin que se resienta la justicia. Otros, mientras tanto, a la velocidad vertiginosa a la que discurre el odio, y apoyándose en una masa cada vez mayor de ciudadanos inconscientes, discriminadores en asuntos varios, con resentimientos entreverados y carentes de sensibilidad, van destrozando cualquier atisbo de humanidad y creando un mundo a la medida de los poderosos. Estos manejan grandes redes activas de intoxicación y de manejo de masas, pero la inconsciencia es muy alta y el individualismo también. El precio de la dignidad, en cambio, está por los suelos, y son demasiados los que luchan por conseguir ser esclavos mal pagados, cueste lo que cueste. Nos han convencido de que tenemos que callar (lo importante), pero hablando sin parar (de otras cosas). Estamos bastante perdidos.
Hoy se ha levantado de la cama un ser único. Ese ser insustituible tiene hoy veinticuatro horas para vivir. Ni una más. Tiene que llenar el día de vivencias que le hagan sentirse un ser humano. Debe convencerse de que vivir tiene sentido y de que es una gozada estar en el mundo. Ese ser, destinado a las más grandes tareas, tiene, además, que hacer algo por la gente que le rodea: escuchar, hablar, dar cariño, ayudar, dejar vivir o sonreír. No tiene otro día para hacerlo, porque mañana será otro día, pero no hoy. Ese ser tiene esa enorme tarea hoy por delante, la de vivir, la de vivir bien, como un ser humano. Ese ser eres tú. Y hoy es un día único. Suerte. Ánimo.
NEIL YOUNG ha publicado un disco grabado en 1974-75. Todos sabían de la existencia de ese disco del canadiense, que había quedado en un cajón, y ahora ve la luz, "Homeground". También eran bien conocidas sus canciones por versiones en vivo, incluso por versiones realizadas por otros artistas. Es un disco muy country, y muy bonito. Llega con 45 años de retraso, pero 45 años no es nada.
Este blog permanecerá inactivo durante los días 22 y 23 de septiembre en solidaridad con los profesores de la comunidad de Madrid y mientras dure su huelga.
Sin una educación pública de calidad no hay un futuro bueno para todos.
El periódica Astorga Redacción ha publicado mi artículo El paraíso. Puedes verlo aquí. En él hablo de lo que cada uno de nosotros pretendemos con nuestros actos y del sentido de la política.
Tras años de no tomar en la consideración que se debía ni la instrucción ni la cultura, se ha generado una masa de personas ignorantes, que, en su individualismo, sólo les interesa lo que les apetece o lo que necesitan. No entienden nada, no saben analizar nada y no se fían de nadie que le ofrezca razones o que les haga pensar. Lo que dicen lo dicen con genio, con odio, como si el mundo fuera algo simple y esa simpleza estuviera estropeada. Son incapaces de ver más allá de lo que les aparece y desean culpar al adversario político, que ellos consideran un enemigo, de todo lo que ocurre.
Esto se manifiesta -yo lo he visto- en los centros de salud. Allí estos ignorantes no quieren hacer cola. Los demás, tampoco, claro, pero ellos reaccionan gritando, echándoles la culpa a los trabajadores y hasta insultándolos y agrediéndolos. Cometen una injusticia, pero ellos no lo saben, porque no son capaces de pararse a pensar en lo que está ocurriendo y en quiénes son los responsables. Jamás admitirán que la situación de los médicos de atención primaria se debe a la falta grave de inversión que el gobierno de la Comunidad de Madrid lleva manteniendo desde hace años. No entienden nada de esto, porque su único criterio es odiar al enemigo, a la izquierda, a los rojos, a los social-comunistas o como quieran llamarlos. El odio les ciega. Son injustos. Son ignorantes. No son demócratas. Hacen el ridículo, pero ni lo saben ni quieren saberlo. Son un problema.
Hace un par de años vi a una chica por el centro de Madrid con un enorme cartel de tela en las manos en el que decía: “Se dan abrazos gratis”. Iba andando por la calle mostrando este mensaje y de vez en cuando alguien se paraba delante de ella, se sonreían y se daban un abrazo. La mayoría pasaba de largo. Si, en lugar de abrazos, hubiese regalado pinchos de tortilla, estoy seguro de que muchas más personas se hubiesen acercado a recogerlos.
Me acordé de este episodio contemplando uno de estos días la magnífica exposición de fotografías de la gran Isabel Muñoz que puede verse en Madrid, en Centro Centro, en la Plaza de Cibeles, hasta el día 1 de octubre, y que se titula “El derecho a amar”. Una de las fotos muestra un grupo de asiduos a un café, en el cual había una chica que a todos los clientes que entraban, fuesen conocidos o no, les daba un abrazo y les presentaba a los clientes habituales. Logró de esta manera crear un conjunto de personas, cada una de ellas con su problemática vital a cuestas, que terminaron conociéndose y queriéndose. El abrazo une, incluso después del abrazo, a quienes tienen sensibilidad para valorar el humanísimo acto de abrazarse.
No hace mucho estuve viendo en el Teatro Pradillo la obra de Valeria Alonso “La Piel”, que interpreta magistralmente Teresa Rivera. En un momento de la obra, la actriz invitó al público a que -igual que ocurre en las misas católicas, en las que los asistentes se dan la paz y, entonces, se besan, se abrazan o, de alguna forma, se tocan- los que estábamos en la sala del teatro nos besáramos y nos sintiéramos allí vivos y cercanos. En general, los asistentes reaccionamos bien, incluso con alegría, pero observé a alguna persona que ni se levantó, quizá porque, en su tinglado vital, el contacto físico no le interesara demasiado.
Creo que el abrazo tiene un enorme poder físico, necesario y sano, de expresión y de comunicación, porque pone en un contacto peculiar, cargado de emociones, de ideas y de vida, a dos personas, pero también posee una gran fuerza simbólica, porque da a entender en la práctica una manera de estar en el mundo. El abrazo materializa y muestra la relación real que, de hecho, tenemos todas las personas. Vamos por la vida, cada vez con más frecuencia, como si fuéramos seres individuales -cada vez más individualistas-, pero el abrazo nos debería invitar a romper ese aislamiento inhumano y a devolvernos a un mundo, a la vez, más natural y más cultivado. Todos estamos, lo queramos o no, relacionados entre sí. Nunca un sentimiento, por pequeño que sea, debería quedarse escondido en ningún recoveco de la mente. Jamás deberíamos dejar de dar un abrazo ni, mucho menos, de recibirlo.
TAYLOR SWIFT ha sido la sorpresa del verano. De repente ha publicado un espléndido álbum de 16 espléndidas canciones. La cantante de Pennsylvania es, para su infinita legión de seguidores, la auténtica número 1 del panorama actual. El vídeo es precioso, como una moderna Alicia en Wonderland.
Hace unos días impidieron a Jeavnne, la mujer de la foto, entrar en el Museo de Orsay por llevar el "escote excesivo" que se muestra en la fotografía. Hoy el diario El País publica una noticia (puedes verla aquí, supongo) en la que da cuenta de la polémica generada en Francia sobre tan puritanos y carcas comportamientos y de la reacción de la organización de mujeres que protesta sobre estos asuntos mostrando en público sus pechos desnudos. Acompañaba la noticia una foto de esta protesta. He querido publicarla en Facebook.
A estas alturas de la historia del mundo, y de la mía, Facebook me ha "castigado" a no publicar nada durante 24 horas. Y si reincido, me amenaza con un nuevo castigo de tres días.
Estoy pensando en irme de esa red social, en donde se pueden decir tonterías, insultar (a mí me lo han hecho), soltar bulos o poner fotos de ladrones, pero no se pueden poner desnudos. Me parece que el fascismo está llegando a esa red, en donde no hay ni racionalidad ni libertad de expresión, sino puritanismo y un buen número de carcas conservadores y retrógrados.
Sra. Ayuso, presidenta todavía de la Comunidad Autónoma de Madrid.
Vengo de entregar unos papeles en la recepción de mi Centro de Salud. Durante tres cuartos de hora he aguantado una larga cola, entre sol y sombra y con un bochorno ambiental que no sabe usted lo agradable que era. Algunos ciudadanos, muy enfadados, se han acordado de usted y de todas sus castas. Se lo comunico por si a su señoría le sigue interesando el problema sanitario de Madrid, en sus diversos aspectos, o por si su dignidad se viese afectada por estas manifestaciones públicas tan llenas de defecaciones mentales y verbales. También se lo digo porque me lo pide el alma y porque me sale del cuerpo. Disculpe si, en el caso de que este desahogo llegase a sus ojos, le interrumpo sus negocios con los empresarios amiguetes o la despisto en su afán pasmoso de reducir la presión fiscal para pagar todo lo que viene. Ya no creo que haya nadie que espere alguna medida sensata de usted. Quédese mucho con dios.
SIDONIE se pasan al catalán. Es una opción viviendo en Barcelona, territorio bilingüe; hasta ahora su opción había sido el castellano. Hay que respetar siempre la libertad, para todos. Gracioso el vídeo. ¿Y leen a Lem y a Martín Vigil, lo que leería Marsé de joven? Ja ja ja ja...
Las palabras salen al ritmo que marcan la mente del hablante y la comprensión del oyente. No hay prisas, sino una calma voluntaria que no se quiere perder.
No se trata de ganar ninguna partida. Cada uno dice lo que piensa, y el otro piensa lo que oye. No es una batalla, sino un paseo común por el campo de la palabra.
El volumen de la voz es el conveniente para que los interlocutores se oigan, pero sin que nadie más se vea en la obligación de oír sus palabras.
Los silencios no son tiempos muertos, sino activos. Son compartidos, pero no problemáticos ni embarazosos. En el silencio se piensa y se habla. Se disfruta tanto de la palabra como del silencio.
El hablante observa la repercusión que sus palabras tienen en el oyente, para evitar el posible atosigamiento o un eventual cansancio.
Nadie interrumpe. El oyente acompaña atentamente al hablante hasta que acaba, salvo para ayudarle a expresarse, pero nunca para desviar el tema de su charla. Hay un respeto fundamental por el otro, por el acto de pensar y por la palabra.
La misma atención que pone uno al hablar pone el otro al escuchar.
No hay ruidos. En todo caso, sonidos que no distraen de la conversación.
No hablan de peculiaridades intrascendentes relacionadas con personas, y la conversación se centra en hechos o en temas de los que se puede conocer algo nuevo.
Unas notas de humor salpican la conversación. Su ausencia es más lamentable que su abuso.
Enseñan, si es el caso, pero ninguno pretende aparecer como enseñante, sino como aprendiz de lo que oye.
No juzgan a nadie, sino que analizan razonadamente lo que ocurre.
Los conversadores intentan crear un ambiente de cercanía, de empatía, de comprensión.
Cuando alguno no está de acuerdo, lo dice con amabilidad, eludiendo cualquier aspereza.
Sus miradas revelan cordialidad, incluso agradecimiento por el tiempo y por las ideas que el otro le regala a través de sus palabras.
Ninguno se considera superior al otro, por abundantes que sean sus conocimientos sobre el tema de la conversación.
Si uno descubre su propio error, lo reconoce noblemente y le da al otro el mérito que le pueda corresponder.
Los gestos son claros y expresivos, pero suaves. Enfatizan lo que dicen, pero buscando la precisión de las ideas, no su imposición al oyente.
La sonrisa domina el paisaje afectivo. Las discrepancias no rompen la relación que se crea al intercambiar honestamente las ideas.
Hablan con claridad y escuchan con atención. Ambos son presupuestos indispensables.
A través de la palabra sacan fuera lo mejor que tienen sus mentes. Comparten así su riqueza.
Me resulta cada vez más difícil poder conversar así.
Ayer vi un vídeo en el que tres niñas mal educadas y con dudosa preparación para andar solas por la sociedad escupían e insultaban a unas personas cuyo delito era ser inmigrantes. Deberíamos preguntarnos por qué no se deben tener estos comportamientos.
Aparte de que el respeto debe estar en la base de cualquier pensamiento o acción de los seres humanos, uno de los principios de la moral dice que si lo que le mueve a una persona a actuar le puede mover a actuar a todos, entonces esa acción es buena. Si el resultado de esa posible acción de todos originara un mundo peor, esa acción no debe ser realizada.
Veamos lo que podría ocurrir en este caso. Lo que mueve a estas niñas a escupir a los inmigrantes es el odio. ¿Podría esto convertirse en un criterio que moviera a actuar a todos los ciudadanos?
Si fuera así, podríamos ir todos por la calle odiando y escupiendo a cualquier persona que sospecháramos que fuera inmigrante. Los muy practicantes, organizarían excursiones a las plantaciones de fresa, por ejemplo, en donde los empresarios tienen que recurrir a inmigrantes porque ningún español quiere trabajar en las condiciones que ofrecen, y les escupirían mientras hacen el trabajo. Algunos, muy metidos en su papel, podrían investigar si los padres o los abuelos de estas niñas fueron en su día inmigrantes y, en caso afirmativo, endosarles sus correspondientes escupitajos. Habría un comité, que se apostaría en Barajas, para escupir a todos los licenciados españoles sin trabajo que han tenido que emigrar a algún país extranjero -en el que también serían inmigrantes- para poder subsistir. Cuando volvieran, les obsequiarían con una buena ración de escupitajos por traidores y por realizar tan malas prácticas. Los restaurantes de comida de cualquier país extranjero se verían obligados a cerrar, porque la gente entraría en ellos y escupirían a camareros y cocineros. Muchos bares, supermercados, tiendas de ropa y similares cesarían también su actividad, dado que muchos de sus empleados son inmigrantes. Y si además a los ciudadanos, hartos de tanta baba pública, les diera por defenderse a escupitajo limpio, habría que cerrar el país. Y no hablemos del riesgo que habría ahora, que debemos usar mascarilla para evitar los aerosoles.
Esto es lo que podrían conseguir estas tres niñas mal educadas, sin noción de lo que es un ser humano y echadas al mundo sin ninguna cultura y sin saber que sin respeto un mundo civilizado es imposible. Por tanto, lo que han hecho estas niñas, además de una guarrada, es inmoral.
Con frecuencia nos miramos al espejo. Queremos saber si el peinado es el que queríamos conseguir, si la mascarilla está colocada en su sitio, si el largo del pantalón es el adecuado o si la maquinilla de afeitar ha cumplido su función. Mal viviríamos sin un espejo porque nuestro cuerpo y nuestra apariencia lo necesita.
Sin embargo, hay otro espejo en el que nos miramos mucho menos, por no decir nunca. Es el espejo en el que, si le preguntamos, veremos nuestra vida. Ese espejo nos dice lo que hacemos, cómo aparecemos, cómo nos equivocamos, cómo acertamos y cómo somos, pero nos da bastante miedo ponernos delante de él y preguntarle. Ese espejo es el amigo.
Nos estamos olvidando de que la duda es la fuente de la sabiduría. Entre que el saber no es demasiado valorado y que la duda produce una intranquilidad en la mente, necesaria para que esta crezca, va aumentando el número personas que huyen de la duda y, consecuentemente, el número de ignorantes. Estos, para defenderse, creen que ya se lo saben todo y, además, que eso que dicen saber seguirá siendo así eternamente. No sé cómo van a ser felices.