Acabo de oír en la radio al presidente
de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, del PP, claro. Cuando
le han preguntado que opinó Artur Más sobre lo que él dijo ayer en
la Conferencia de presidentes, ha manifestado que el señor Más no
contestó nada y que si lo hubiese hecho y hubiese dicho algo, él
“hubiese seguido diciendo lo mismo”.
Este es el concepto de “diálogo”
que usa el PP, o sea, una sucesión de monólogos, en los que lo que
diga el otro no se oye o no se toma en cuenta, porque no se está
dispuesto a conceder que el otro pueda tener algo de razón. Yo voy a
lo mío, parece que dicen, y me da igual lo que pienses porque no te
voy a hacer ni caso. Para ellos, el diálogo es un paripé, a veces
necesario para guardar las apariencias, pero con el que, de entrada,
no se quiere llegar a ninguna parte
Esta actitud con la que se trata al
otro es la propia de quien practica la dictadura, el autoritarismo,
el fascismo, la chulería, el desprecio y la cerrazón mental. Esta
gente tiene el poder, pero sospecha que no tiene la razón. Por eso
suelen huir de los periodistas, de la confrontación, del diálogo y
de los pactos. No sé que pactos se podrían hacer alguna vez con
gente de esta “calidad” intelectual y humana.
Y un aviso para todos pero,
especialmente, para la juventud. Tiene que quedar claro que esto no
es dialogar. Estas actitudes no son humanas, son rechazables
éticamente y no conducen a situaciones positivas ni constructivas.
Lo más importante del diálogo no es lo que se dice, sino la actitud
de escuchar lo que dice el otro. Estos aficionados a la política,
tan mal formados humanamente, deberían saberlo. Pero lo que quieren,
sobre todo, parece que es mantener abierta la puerta del fascismo y
de la dictadura.