Resulta que, por una parte,
el “Vale todo” de los neoliberales parece que se ha instalado en
la sociedad, y, por otra, la anestesia profunda de la que gozan
amplias capas de la población y buena parte de sus dirigentes, que
sólo tienen ojos y atención para el dinero, están muy presentes en
el mundo.
Que hay que protestar por
los yacimientos de residuos fósiles, atentando contra una obra de
arte, se atenta, ¿por qué no?
Mis preguntas son:
¿Habrán convencido con
esta acción a algún ciudadano o a algún dirigente de que hay que
usar energías limpias?
¿Alguna mente tierna se
habrá dado cuenta de que es posible tirarle un bote de tomate a
cualquier cuadro, que incluso se sale por televisión y que luego la
multa no es tan alta?
¿Qué entienden por “no
violenta” quienes consideran como tal la acción de tirar salsa de
tomate sobre una obra de arte?
¿Qué relación hay entre
el petróleo y el arte, entre los yacimientos del Reino Unido y los
girasoles de Van Gogh? ¿Ninguna? Pero si no hay ninguna relación, y
para protestar por una cosa se atenta contra otra, y eso no se
condena, ¿se podrá condenar que se atente contra personas con
tiros o con bombas, si alguien lo considera necesario para protestar,
aunque no tengan nada que ver con el asunto por el que se protesta?
Entre los brutos con muchos
intereses, que se empeñan en negar el cambio climático porque les
viene bien a sus finanzas, quienes pasan de toda esta problemática,
como si no les afectara directamente a sus vidas concretas, y quienes
protestan sin lograr crear conciencia entre los afectados, estamos
creando un mundo curioso del que me entran muchas ganas de bajarme.