
Cuando comienzo estas líneas, acabo de asistir a un minuto de silencio por dos nuevas víctimas de la violencia machista. Son tantas y tan seguidas que hay ocasiones que no da tiempo a hacer un minuto de silencio por cada una. Escucho con bastante preocupación voces masculinas que cuestionan la efectividad de los minutos de silencio tras el asesinato de una mujer. Voces que manifiestan que estas concentraciones podrían generar un supuesto “efecto llamada”; que asesinos en potencia se vieran alentados por la repercusión mediática de estos actos execrables para llevar a cabo sus propios asesinatos -siempre de su pareja o expareja, no cualquier asesinato-. Sabemos, por las investigaciones llevadas a cabo por expertos en violencia de género, que esta idea carece de una base sólida y que acallar los asesinatos tiene consecuencias muy más graves...
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