Tal día como hoy de 1919 nació Iris Murdoch.
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El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Cada vez que voy a un restaurante barato me encuentro con algún o algunos grupos de personas cuya incultura la muestran en su mala educación. Van a lo suyo como les da la gana y no les importamos nada los demás.
Cada vez que voy a un restaurante caro me encuentro con algún o algunos grupos de personas cuya incultura la muestran en su mala educación. Van a lo suyo como les da la gana y no les importamos nada los demás.
Cada vez que escucho alguna sesión del Congreso de Diputados oigo a algún o algunos grupos de personas cuya incultura la muestran en su mala educación. Van a lo suyo como les da la gana y no les importamos nada los demás.
Cada vez que salgo a la calle encuentro a algún o algunos grupos de personas cuya incultura la muestran en su mala educación. Van a lo suyo como les da la gana y no les importamos nada los demás.
Hay actitudes que van creciendo y se van adueñando del comportamiento de muchas personas. La incultura es una de ellas, y se manifiesta en la mala educación.
Hay personas que cuando les cuentas algo o reflexionas con ellas en voz alta, escuchan con atención lo que dices y luego te responden con lo que tus palabras les han parecido. Escasean.
Otras, en cambio, aprovechan tus primeras palabras para soltar rápidamente algo que les viene a la cabeza, que puede que incluso no tenga nada que ver con lo que empezabas a contar, y para olvidarse de que había algo que querías decir. Abundan.
Pongo aquí una interesante reflexión de Marta Marco Alario sobre el uso de la idea masculina de belleza para establecer el dominio machista de las mujeres a través de su cuerpo.
"Leo, y sin que me pinchen sangro, que una mujer murió el pasado mes de enero tras una operación de cirugía estética que salió mal. Sí, salió mal, claro que sí, porque la mujer murió. Murió. Como Lorca, que también murió. Y es que, cuando dejamos de respirar, aunque nos hayan matado (aunque sea supuestamente, porque a muchas mujeres las matan supuestamente), también hemos muerto, ¿no? Bien, esta mujer "falleció" con casi treinta perforaciones en riñones, intestino, hígado y después de que, según relatan, el anestesista le pidiera al médico que dejara de sacarle grasa porque le estaba sacando, además, mucha sangre. Sacando mucha sangre; o sea, la sangraron. Como hacían en la Edad Media a las mujeres que padecían de Histeria (qué cosas). Todo lo que cuentan los testigos es horripilante, pero para más terror, hay dos anestesistas implicados: uno que no debía estar operando a esta chica aquella mañana en aquella clínica privada porque debería estar en su puesto de trabajo en un hospital público, y otro, el que aparece en la documentación pero que no pero que si sí, que no se sabe si estuvo o no... y un "médico" que se estrenaba en esto de sangrar mujeres. Insisto, la historia es absolutamente terrible, se mire por donde se mire. Y lo es más porque la protagonista, por desgracia, está muerta. Porque hablamos de una persona que entra en un quirófano para que le quiten grasa abdominal y sale "cosida a machetazos". De una mujer muerta. De otra. Porque esto, se mire por donde se mire, es otro caso más de violencia institucionalizada contra la mujer. Y es que me cago en el negocio que hay montado en torno a la transformación violenta del cuerpo de la mujer. Una y mil veces.