El
indoeuropeo seguramente tuvo gramaticalizados el comparativo de
superioridad y el superlativo, porque han pasado al griego, al latín,
los encontramos en inglés, ese comparativo en -er y
superlativo en -est, para los que sepan inglés.
En
latín por norma todos los adjetivos hacían el comparativo en -ior,
y el superlativo en -issimus ( a veces -errimus).
En
castellano se han perdido los comparativos (los hacemos con más,
menos, tan), aunque se conservan los irregulares, que
ya tenía el latín, mayor, menor, mejor, peor.
Conserva el superlativo en -ísimo, aunque en competencia con
el formado con muy, ej.: altísimo - muy alto, y conserva los
irregulares máximo, mínimo, óptimo, pésimo,
pero con matices semánticos, y de uso un poco culto.
La
etimología de esas formas especiales está muy clara. MAIOR
y MAXIMUS, como el positivo magno, vienen
del adverbio latino magis, más. La raíz indoeuropea
es meg-, de donde el griego megas,
grande, sánscrito maharajá, maha, gran, rajá,
rey, y en castellano maestro, majestad, mayordomo.
MINOR
y MINIMUS se relacionan con el adverbio minus,
menos. Derivados en castellano son ministro, menguar,
menudo, minuto o disminuir.
MELIOR
viene de la raíz indoeuropea mel3-, que comparte con
multus, mucho, o con el griego mal-lon,
más. De mejor derivan mejorar > mejdrar > medrar.
OPTIMUS
comparte la raíz op1-, que significa trabajar fuerte,
con opus, obra, ópera, maniobra, oficio
y oficina, copia y omnis, todo.
PEIOR
y PESSIMUS vienen de la raíz ped-, pie,
y significaría, cuesta creerlo, el que tropieza, y el que tropieza
muchísimo.
Pero
también han quedado en el castellano restos dispersos de un sistema
de adverbios comparativos, que algunos ni han pasado al castellano, o
solo funcionan como prefijos, y se conservan comparativos en ior
y superlativos en imo. Veamos algunos:
Del
latín infra, debajo, tenemos inferior, ínfimo,
y el nombre infierno.
De
supra y super, encima, tenemos superior,
supremo, y sumo.
De
post, depués, tenemos posterior, póstumo
y postremo, y el nombre postrimerías.
De
ante y antea, antes, anterior,
y un rico juego de preposiciones-adverbios, ante, delante
y adelante, y el que se oye habitualmente, el horrible alante.
De
extra, fuera, exterior y extremo.
De
intra e inter, dentro, interior
e íntimo.
Del
adverbio prae, antes, tenemos prior,
que significa el que va delante, hoy solo en el convento, y con
derivados, prioritario, prioridad, y primus,
que se ha recaracterizado con el sufijo -ero, dando el ordinal
primero, que significaría el que va muy delante. Y el nombre
primo, el del parentesco, que es abreviación de consobrinus
primus, literalmente primo primero, por oposición
a primo segundo...
De
ultra, más allá, tenemos ulterior y último.
De
prope, cerca, tenemos próximo.
De
un arcaico deter, el latín tuvo deterior,
más degradado, y de ahí tenemos deterioro y deteriorar.
¿Ha
quedado claro? Magister, maestro, viene de magis,
más; y minister, ministro, de minus,
menos.