De la misma manera que los seres
humanos masticamos los alimentos para digerirlos mejor, deberíamos
analizar las ideas y ver sus antecedentes y sus posibles
consecuencias antes de llevarlas a la práctica. Así como los
alimentos los ensalivamos, las ideas habría que rodearlas de su
contexto para poder entenderlas. Y como los alimentos los tomamos
para que nuestro cuerpo se sienta bien, las ideas debemos
entenderlas, comprenderlas, asimilarlas o rechazarlas para que esa
parte de nuestro cuerpo -la mente- crezca fuerte.
Pero cada vez es más común que muchos
seres humanos no hagan nada de esto, sino que se limiten a tragar. Es
la gran operación que cada vez más se practica: tragar. No solo es
que la velocidad, la ansiedad o todo lo que esta sociedad degradada
nos mete en la vida nos lleve a tragar los alimentos, y que en el
estómago pase lo que tenga que pasar, sino que se tragan también
ideas, vicios, intereses ajenos y comportamientos impresentables. El
lema de muchos es “Traga y calla” o, mejor, “Traga, paga y
calla”.
Que al sátrapa pelirrojo parece que se
le antoja que una marca de refrescos adictivos los fabrique con caña
de azúcar, en lugar de con jarabe de maíz, y diga que es por
cuestión de salud -lo cual es falso-, pues se traga. Pero se hace
sin investigar las razones que hay detrás: su deseo de hacer daño a
México, en donde se fabrica con caña de azúcar, cosa que a los
norteamericanos les gusta y por eso importan el refresco desde allí.
¿Y si no hay tanta caña de azúcar en Estados Unidos? Bueno, ya se
verá. Pero la gente tragará el nuevo refresco satrapero y tan
ancha. Y sin mover un neurona.
Que alguien con mucho interés suelta
un bulo que le viene muy bien que la gente se lo crea, aunque sea
falso, pues se suelta. Mucha gente se lo tragará contenta y feliz,
sin molestarse en comprobar no ya la verdad, sino, al menos, la
coherencia de lo que dice el bulo. Y las neuronas, tranquilas. Es
mucho más fácil tragar, aunque termine costándote tus dineros.
Conozco un bar en donde te ponen el
peor vino de la ciudad, pero te lo cobran al precio más alto. Por lo
que te gastas en una botella en el supermercado, te dan una copa.
Pero a la gente le da igual: tragan y tragan y no dejan de tragar.
Es lo que veo. Tragar: la afición
actual.