Tal día como hoy de 1980 murió Juan Larrea, autor de Guernica.
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El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Tal día como hoy de 1980 murió Juan Larrea, autor de Guernica.
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Tal día como hoy de 1987 murió Gerardo Diego, autor de 100 Poemas.
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Intenta preguntarte y responderte estas cuestiones. Piénsalas bien y contéstate.
Si estuvieras en el lugar de los Otros, ¿te movería a tomar esa decisión lo mismo que te mueve ahora?
¿Qué ocurriría si Todos los habitantes de una comunidad decidieran que lo Suyo es lo único importante?
¿Estaría bien que para conseguir lo Tuyo, le quitaras derechos (libertad, igualdad, dignidad, etc.) al resto de seres humanos, tan humanos como tú?
¿Se puede utilizar a un ser humano en beneficio de otro ser humano?
Si decides no aportar nada al resto de la comunidad, es posible que no haya fondos para socorrer a los más necesitados, y que estos puedan, incluso morir. ¿Encuentras esto justificado? ¿No te importaría que uno de los más necesitados fueses tú?
Se cruza la línea roja de la brutalidad y se entra en la primavera mental, vital y real, en donde, en medio de los lirios y del canto nocturno de los mirlos, aparece un mundo nuevo: el mundo de la elegancia.
La elegancia no es la simple belleza. La belleza dora la piel, siembra el gusto en lo exterior. La elegancia llena la belleza de vida, se mueve en el aire, te seduce por lo que hace, no por lo que es, no te mantiene en este mundo, sino que te transporta a otro, en el que tiene lugar la explosión de la existencia para llegar a lo sublime.
Se traspasa así, impelido por algo más interior y profundo que la belleza, superada tu voluntad y tus prejuicios, oliendo el impulso infinito de la primavera y escuchando el canto glorioso del nacer constante de la vida, otra línea roja que marca el límite de nuestra experiencia.
Hay dos grandes maneras de ser y de estar.
Una, en la que el punto central y determinante de todo es el Yo, y, a veces, el Nosotros. Ambos, el Yo y el Nosotros, vienen indisolublemente unidos a lo Mío y lo Nuestro. Toda la realidad, todos las acciones, todos los deseos y todo lo admisible gira en torno al Yo, con lo Mío, y al Nosotros, con lo Nuestro. Ni el tú ni el vosotros -ni lo tuyo ni lo vuestro- entran en consideración: se prescinde de ellos, como si no existieran. A la hora de decidir qué hacer en el mundo solo cuentan las emociones. La razón perdió toda viabilidad hace tiempo, salvo una especie de razón práctica que facilita la consecución de lo Mío y de lo Nuestro.
Otra es aquella en la que el centro de la visión de la realidad no está en el Yo, sino en el Tú. Más bien, en el Todos y en lo que es de Todos. El yo tiene que vivir, pero nunca olvida que es uno más entre Todos, y que cualquier decisión que tome tiene consecuencias para los Otros. Se trata de lograr el bien de Todos, no solo el mío ni el de unos supuestos nuestros. Las emociones influyen en la toma de decisiones, porque el ser humano no puede prescindir de ellas, pero funcionan juntamente con la razón. Lo irracional se desea evitar en esta visión del mundo, así como el uso privado de lo público o la toma de decisiones que no vayan en beneficio de Todos.
Ambas maneras de ser y de estar se dan hoy, tanto en el ámbito privado como en el público. Es en el ámbito privado en el que cada cual tiene que justificarse ÉTICAMENTE su elección de una u otra manera de vivir.