Tal día como hoy de 1941 murió Walther Nernst.
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El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
En la página 167 y siguiente habla Irene Vallejo de una de las mujeres más conocidas de la antigua Grecia: Safo.
“Safo -lo cuenta ella misma- era bajita, morena y poco atractiva. Nació en una familia aristocrática venida a menos. A diferencia de Cleobulina, no era hija de reyes. Su hermano mayor dilapidó la fortuna familiar, o lo que quedaba de ella. La casaron con un extraño, como era habitual, y tuvo una hija. Todo lo encaminaba a una vida anónima.
Las mujeres griegas no escribían poesía épica, claro. No conocían la experiencia de las armas porque las batallas eran el peligroso deporte de la aristocracia masculina. Además, ellas no podían llevar la vida libre e itinerante de los aedos, viajando de ciudad en ciudad para ofrecer su canto. Tampoco participaban en los banquetes, ni en las competiciones deportivas, ni en los asuntos políticos. ¿Qué podían hacer? Cobijaban recuerdos. Como esas niñeras y abuelas que contaban cuentos a los hermanos Grimm, transmitían de generación en generación leyendas viejísimas. También componían cantos para los coros femeninos (canciones de boda, canciones en honor de los dioses, canciones para bailar). Y hablaban de sí mismas en poemas para una sola voz, acompañados de la lira -de ahí proviene el término “poesía lírica”-. Se trataba de universos obligatoriamente pequeños y locales. Aún así, de forma casi milagrosa, algunas mujeres lanzan desde su rincón una mirada original y fulminan los muros que las aprisionan. Lo hizo Safo. Lo harían otras reclusas transgresoras como Emily Dickinson o Janet Frame”.
ANDREW BIRD es un cantautor indie, de Illinois USA, a medio camino entre el jazz y el swing, que ya otras veces ha mostrado interés por la cultura y la historia española. Ahora versiona "Andalucía", un viejo tema de John Cale, en aquel mítico álbum "Paris 1919" (1973).
Usando una terminología actual, podríamos decir que la Atenas clásica era una ciudad machista, en ella las mujeres apenas pisaban la calle, confinadas siempre en casa y lejos del espacio público. Pero en la costa de Anatolia y en las islas del mar Egeo la vida de las mujeres era más libre. Las niñas recibían educación y si eran ricas, incluso podían expresarse en público. En Rodas vivió Eumetis, nombre que significa “la de la buena inteligencia”, aunque era conocida como Cleobulina, por ser hija del rey Cleóbulo, uno de los siete sabios.
“Un texto antiguo la sitúa en un simposio, codeándose con toda libertad con los hombres”,
—dice Irene Vallejo en la página 167 de su libro, y añade
“Como era ingeniosa y ocurrente en una época que quería mujeres silenciosas, Cleobulina se prestaba a la caricatura. Sabemos que un cómico ateniense la parodió en una obra de teatro titulada -en plural- Las Cleobulinas. (…) Las mujeres que escribían se enfrentaban a la amenaza de la burla, de ese espejo deformante. Tal vez por eso amaban el secreto, sugerir sin llegar a decir, el acertijo, el interrogante”.
Las mujeres han tenido siempre que asociar la lucha a sus vidas, y las únicas que han avanzado han sido las que han luchado por sus derechos como seres humanos. Luchando han crecido y se han hecho fuertes.
12 de noviembre de 2017
A veces sabemos lo que hacemos y a veces no lo sabemos. Lo importante es una actitud buena, sabia y que habitualmente se traduzca en actos buenos. Hay que hablar de lo que llevamos dentro y escuchar a las personas buenas que nos conocen. Ni somos perfectos ni lo seremos nunca. Siempre debemos estar abiertos a lo que nos pueda ayudar a ser más. Buenas noches.