Yo no puedo vivir sin ser crítico, es
decir, sin pasar por una razón democrática y social lo que pienso,
lo que hago y lo que veo. Creo que eso es lo humano, pero me limito a
decir lo que siento yo. Y si uno se pone a criticar lo que observa,
desemboca sin remedio en la soledad. No se trata de una soledad en la
que no se tenga a nadie a quien querer ni que dejes de sentirte
querido. Se trata de una soledad ante el mundo. El mundo se te queda
como algo ajeno, distante, sin que puedas identificarte con casi nada
ni con casi nadie. Es la soledad que mascas cuando ves que todo
termina estando mal, que cualquier postura tiene sus inconvenientes
serios. A pesar de esto, creo que tengo que seguir siendo crítico.
La soledad esa en la que te abandonan los demás quizá se pueda sobrellevar
con otras cosas, aunque te deje en la mente un poso imborrable.