Se ama a ras del suelo. Si te vas a las
alturas y te quedas allí, puede que alguien te desee o, más
probablemente, te juzgue, pero no te va a llegar ninguna mano que te
pueda hacer una caricia, ninguna palabra que te pueda hacer sonreír,
ningunos labios que te puedan besar. La solidaridad se derrite con la
altura y nadie será capaz de oír tus gritos, si es que te decides a
gritar. Sólo se ama con los pies en la tierra, a la altura de la
persona amada. Y, a veces, incluso con los pies hundidos en el fango
que genera la vida. Buenas noches.
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