domingo, 30 de marzo de 2014

Buenas noches. Gilipollas



Para entender el significado de las palabras es muy útil acercarse a su etimología, digan lo que digan y hagan lo que hagan Wert y sus cómplices del PP. En este caso, la etimología de 'gilipollas' es compleja y hay varias teorías para explicar su origen.

Una de ellas la considera como la unión de la palabra 'gil' o 'gili', que procede del habla de los antiguos gitanos españoles y que significa tonto, bobo, con el término 'polla', que hace referencia al pene. En este sentido, llamar gilipollas a alguien sería como decirle que piensa con el pene, no con lo que debería pensar un ser humano. Para quienes sea importante considerar al ser humano como un ser racional, este sería un insulto muy serio.

Otra teoría relaciona el término con un antiguo aristócrata español, don Baltasar Gil Imón de la Mota, que tenía dos hijas con las que solía pasear por la calle. Al verlos, algunos decían que pasaban 'Gil y sus pollas', de donde derivó 'Gil y pollas'.

El mismo tinte machista tiene otra teoría que pone el origen de la palabra en la Edad Media, en momentos en los que estaba muy mal visto que una pareja tuviera hijas y no hijos. (Todavía esto es lamentablemente frecuente en muchas culturas). Si un hombre sólo tenía hijas, es que tenía la polla tonta, era gilipollas, no sabía lo que tenía que hacer con la polla para tener varones.

En todo caso, la palabra gilipollas se usa para llamar tonto a alguien de una manera fuerte. En este sentido, ya conté aquí alguna vez las sabias enseñanzas recibidas de un catedrático de filosofía, que me ilustró para distinguir a un tonto de un gilipollas. 'No se puede andar por la vida sin distinguir con claridad a un tonto de un gilipollas', me decía. Y explicaba que un tonto es alguien que se equivoca. Si sólo es tonto y se le pide que recapacite, se dará cuenta de su error y lo rectificará. En cambio, si es gilipollas y se le sugiere la posibilidad de que se esté equivocando, lejos de admitirlo, dirá que él no se equivoca nunca, que hasta ahí podíamos llegar y que los equivocados seremos nosotros. Es decir, que el tonto tiene remedio, pero el gilipollas, no. 'Lo peor de todo es lo que abundan estos gilipollas', añadía el catedrático. Y no le faltaba razón. Buenas noches.

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