Para entender el significado de las
palabras es muy útil acercarse a su etimología, digan lo que digan
y hagan lo que hagan Wert y sus cómplices del PP. En este caso, la
etimología de 'gilipollas' es compleja y hay varias teorías para
explicar su origen.
Una de ellas la considera como la unión
de la palabra 'gil' o 'gili', que procede del habla de los antiguos gitanos
españoles y que significa tonto, bobo, con el término 'polla', que
hace referencia al pene. En este sentido, llamar gilipollas a alguien
sería como decirle que piensa con el pene, no con lo que debería
pensar un ser humano. Para quienes sea importante considerar al ser
humano como un ser racional, este sería un insulto muy serio.
Otra teoría relaciona el término con
un antiguo aristócrata español, don Baltasar Gil Imón de la Mota,
que tenía dos hijas con las que solía pasear por la calle. Al
verlos, algunos decían que pasaban 'Gil y sus pollas', de donde
derivó 'Gil y pollas'.
El mismo tinte machista tiene otra
teoría que pone el origen de la palabra en la Edad Media, en momentos en los que
estaba muy mal visto que una pareja tuviera hijas y no hijos.
(Todavía esto es lamentablemente frecuente en muchas culturas). Si
un hombre sólo tenía hijas, es que tenía la polla tonta, era
gilipollas, no sabía lo que tenía que hacer con la polla para tener
varones.
En todo caso, la palabra gilipollas se
usa para llamar tonto a alguien de una manera fuerte. En este
sentido, ya conté aquí alguna vez las sabias enseñanzas recibidas
de un catedrático de filosofía, que me ilustró para distinguir a un
tonto de un gilipollas. 'No se puede andar por la vida sin distinguir
con claridad a un tonto de un gilipollas', me decía. Y explicaba que
un tonto es alguien que se equivoca. Si sólo es tonto y se le pide
que recapacite, se dará cuenta de su error y lo rectificará. En
cambio, si es gilipollas y se le sugiere la posibilidad de que se
esté equivocando, lejos de admitirlo, dirá que él no se equivoca
nunca, que hasta ahí podíamos llegar y que los equivocados seremos
nosotros. Es decir, que el tonto tiene remedio, pero el gilipollas,
no. 'Lo peor de todo es lo que abundan estos gilipollas', añadía el catedrático. Y
no le faltaba razón. Buenas noches.
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