Entendemos por violencia de género
toda idea expresada o toda acción practicada por los hombres en
contra de las mujeres y realizadas en nombre de una supuesta y
deseada superioridad del género masculino sobre el femenino.
La violencia de género es el
fruto de un tipo de discriminación por el que las mujeres,
siendo tan seres humanos como los hombres, no son tratadas como tales
por estos, sino que son consideradas como seres inferiores. Este tipo
de discriminación, que no respeta la igualdad entre todos los
seres humanos, es el que se conoce como machismo.
El género masculino es el
conjunto de comportamientos que los machistas creen que deben ser
propios de los hombres. Son todos comportamientos de superioridad, de
poder, de dominio y de fuerza. El género femenino es
el conjunto de comportamientos que los machistas esperan de las
mujeres. Son papeles de obediencia, de sumisión, de debilidad y de
supresión de derechos humanos. Cuando la mujer no cumple con el
papel que el machista espera de ella, puede surgir la violencia y
ésta puede llegar hasta la muerte. La peculiaridad de ser una
violencia originada por la pretendida superioridad de un género -el
masculino- sobre el otro -el femenino- es lo que hace que se denomine
'de género'. Por tanto, no es violencia de género ni la
violencia de las mujeres sobre los hombres, ni la de las guerras, ni
la derivada de un accidente ni ninguna otra que no esté motivada por
esa supuesta superioridad de lo masculino.
Hay veces que las propias mujeres
admiten esa superioridad de lo masculino, aunque vaya en su contra.
Se habla entonces de un machismo asumido.
En nuestra sociedad el machismo tiene
fácil su expansión, dado que su ideología se difunde
frecuentemente por la televisión, que el poder político no hace
prácticamente nada por luchar contra él y que las distintas
religiones contribuyen a presentar como si fuera normal la exclusión
de la mujer de cualquier papel igual al que ostentan los hombres. En
el sistema educativo, que sería un lugar muy indicado no tanto para
educar en la igualdad -eso lo deben hacer las familias- , sino para
justificar, racionalizar y fortalecer esa igualdad, las asignaturas
idóneas para realizar este tratamiento son estúpidamente suprimidas
por el PP, el partido en el poder en España, con lo que la lucha
contra el machismo se hace muy necesaria, pero en unas condiciones
muy adversas.
La lucha contra la violencia de género,
que sería uno de los aspectos de la lucha contra el machismo, tiene,
a mi modo de ver, tres aspectos fundamentales.
Uno, el de intentar concienciar
a las mujeres para que no admitan en el mundo de sus
relaciones ningún comportamiento machista ni a ningún hombre que
empiece a dar muestras de machismo en sus ideas o en sus actos. No
ser tajante en esta actitud puede llevar a las mujeres a un camino
duro y lamentable que puede acabar con sus vidas. Es una actitud de
precaución que no debe perder de vista nunca la mujer. Además de en
los ojos, en el cuerpo o en la simpatía del hombre, la mujer debe
fijarse con mucha atención en las actitudes que muestra en el trato
con las personas. Ahí es en donde está el verdadero peligro.
Otro aspecto -y este me parece de una
enorme importancia y es muy olvidado por las mujeres y por las
organizaciones feministas- es el de que el machismo lo practican los
hombres. Por tanto, hay que incidir en la manera de ver la vida de
los hombres. No se trata sólo de concienciar a las mujeres, cosa que
está muy bien, sino de acostumbrar también a los hombres a actuar
como seres humanos, no como brutos, y de que consideren a las mujeres
como seres con los mismos derechos que tienen ellos. La educación en
la igualdad es sumamente necesaria en nuestra sociedad.
Estos dos aspectos tienen que formar
parte muy importante de la educación que se da en las familias a los
hijos. Yo sé que las familias, en su aspecto educativo -sé que
generalizo- están de vacaciones y que hace mucho tiempo que lo
están. Pero eso no quita para que el lugar de la educación sea ese.
La escuela sirve para racionalizar, ver los porqués y afianzar esa
educación, pero las familias no pueden abandonar sus papeles de
padre y madre y entregárselos a la escuela.
Un último aspecto me parece importante
en esta lucha contra el machismo. Son las luchas sociales, las que se
dan fuera del ámbito de la familia y de la escuela, pero que inciden
fuertemente en el mantenimiento y la propagación del machismo y de
la violencia de género como una de sus consecuencias. Las
organizaciones feministas, por ejemplo, deberían ser más
imaginativas en sus estrategias e incluir también a los hombres en
sus luchas. Casi siempre -por no decir siempre- el origen de la
violencia de género está en el hombre y es a él a quien habría
que dirigirse. Muchas veces el machismo se propone de una manera
natural en la televisión, con gestos, actitudes, costumbres etc. que
dan por descontada las diferencias de género. Esto debería
vigilarse con mucha atención y los padres y las madres deberían
estar muy alertas para que sus hijos e hijas no reprodujesen las
posturas machistas. Ya sabemos que el poder político actual en
España no está por la labor, pero debería ser muy claro y muy
beligerante con las organizaciones que funcionan como si el machismo
fuera normal. Es el caso de la Iglesia Católica, del Islam y, en
general, de las religiones. Pero también de quienes pretenden
segregar a los niños y a las niñas en la educación -terrible
asunto éste para que salgan de ahí discriminadores-, de quienes en
el deporte no tratan a las mujeres con la misma atención que a los
hombres, de quienes mantienen las diferencias salariales a personas
de distinto sexo, etc.
El 25 de noviembre debería servirnos,
a los hombres y a las mujeres, para tomar conciencia de la situación
de injusticia y de desigualdad en la que vivimos, pero también para
convencernos de que hay que luchar contra ella en la familia, en la
escuela y en la sociedad.
Para conocer más sobre el tema de la
igualdad y la lucha contra el machismo y contra la violencia de
género, te recomiendo el blog de
Nuria Varela.
Buenas
tardes.