Siento una mezcla de desconcierto y
desconfianza, que seguramente sea fruto del desconcierto. Observo que
en este país las grandes fechorías suelen salir baratas. Las
pequeñas, no, pero las grandes parece que tienen bula. No me hace
mucha gracia el término 'culpable', pero que nadie sea responsable
de una catástrofe ecológica como la del Prestige no acaba de
entrarme en la mente. Ni el armador del barco, ni quien decidió que
las cosas ocurrieran como ocurrieron, ni quien gobernaba el país, ni
siquiera algún dios, porque muchas veces he oído que las cosas
ocurren porque dios quiere. Nadie. Aquí parece que no ha pasado
nada, cuando en realidad ha pasado mucho.
Si después de todo este suceso, la
justicia dice que nada de nada, me tomo la libertad de desconfiar,
una vez más, de la justicia. No la juzgo, porque no tengo elementos
racionales para hacerlo, pero confiar en ella es un asunto sólo mío
y no le puedo otorgar mi fe en estas circunstancias.
Si los que paseaban un barco que se
rompía por los mares con toda tranquilidad tampoco son responsables
de la catástrofe, no tengo ninguna confianza en lo que andará por
ahí circulando, rompiéndose y contaminando todo lo que toque.
Si los que gobernaban las costas, los
mares, la navegación y todo lo que rodeaba al Prestige tampoco son
responsables, no me extraña que se metan a gobernar gente como Wert,
Botella, Gallardón, Báñez, Mato, Rajoy y toda esta corte de
ineptos que terminan siendo no responsables de nada. La cosa tiene
toda la pinta de ser un chollo.
Y prefiero no hacer hipótesis sin
tener base para ello, pero cuando se está desconcertado y la
racionalidad se queda vacía, es lo que pide la mente.
Qué barbaridad. Nada de nada. No me lo
puedo creer. Buenas tardes.
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