miércoles, 13 de noviembre de 2013

Lo que veo cuando miro. El Prestige o la nada





Siento una mezcla de desconcierto y desconfianza, que seguramente sea fruto del desconcierto. Observo que en este país las grandes fechorías suelen salir baratas. Las pequeñas, no, pero las grandes parece que tienen bula. No me hace mucha gracia el término 'culpable', pero que nadie sea responsable de una catástrofe ecológica como la del Prestige no acaba de entrarme en la mente. Ni el armador del barco, ni quien decidió que las cosas ocurrieran como ocurrieron, ni quien gobernaba el país, ni siquiera algún dios, porque muchas veces he oído que las cosas ocurren porque dios quiere. Nadie. Aquí parece que no ha pasado nada, cuando en realidad ha pasado mucho.

Si después de todo este suceso, la justicia dice que nada de nada, me tomo la libertad de desconfiar, una vez más, de la justicia. No la juzgo, porque no tengo elementos racionales para hacerlo, pero confiar en ella es un asunto sólo mío y no le puedo otorgar mi fe en estas circunstancias.

Si los que paseaban un barco que se rompía por los mares con toda tranquilidad tampoco son responsables de la catástrofe, no tengo ninguna confianza en lo que andará por ahí circulando, rompiéndose y contaminando todo lo que toque.

Si los que gobernaban las costas, los mares, la navegación y todo lo que rodeaba al Prestige tampoco son responsables, no me extraña que se metan a gobernar gente como Wert, Botella, Gallardón, Báñez, Mato, Rajoy y toda esta corte de ineptos que terminan siendo no responsables de nada. La cosa tiene toda la pinta de ser un chollo.

Y prefiero no hacer hipótesis sin tener base para ello, pero cuando se está desconcertado y la racionalidad se queda vacía, es lo que pide la mente.

Qué barbaridad. Nada de nada. No me lo puedo creer. Buenas tardes.  

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