Hay una riqueza que tenemos que
preservar como lo más valioso que tenemos. No es el dinero. No son
tus pertenencias. No son tus sueños. Es tu tiempo. Es posible que
las veinticuatro horas del día no sean tuyas, que ya sólo te queden
unas pocas de las que puedas disponer. Sean las que sean, si la vida
te las pide, regálalas. Lo más grande que puedes dar, la mejor
manera de amar que puedes poner en práctica es la donación de tu
tiempo. Detrás de todo lo que haces está el tiempo que empleas en
ello. Si alguien te dice que te quiere, pero no te regala su tiempo,
yo lo analizaría. Dando tu tiempo, te das tú. Buenos días.
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