Ayer fue el día grande de monseñor
Gallardón, soberano con cetro del dicasterio de Justicia. Su
perorata en el Congreso fue adornada con la aparición estelar de
tres pares de impúdicas e inadmisibles tetas ilustradas, que
lograron que su intento medieval de gobernar el cuerpo de las mujeres
fuera conocido -y, es de suponer que criticado y lamentado- en medio
mundo a través de las crónicas de televisión. Aunque monseñora Mato no vio nada de
nada y ni siquiera sabía dónde estaba la tribuna de invitados, las
ultrarrápidas plegarias de monseñora Bañez, junto con la pronta
reacción de las fuerzas antitetas de la casa, lograron reducir con cuidado a tan
provocativas y protestantes señoritas.
Hoy ha sido el turno de monseñor Wert,
destrozador del dicasterio de Educación. En su inmensa, bruta y sorda
soledad, ha sacado adelante una ley educativa rancia,
deshumanizadora, muy eficaz para máquinas insensibles, pero absurda
para seres humanos, marginadora, segregadora e ignorante de cómo es
la situación educativa del país.
Mientras tanto, el papa Rajoy sigue
paseando su nada por los mentideros de la Villa y triturando un país
en el que, por lo que se ve, a su silenciosa y plasmática santidad
le sobran los jóvenes, las mujeres, los enfermos, los ancianos, los
funcionarios, los artistas y los pobres.
Gran día hoy también para el
presidente Rouco y sus ministros. Han logrado que vuelva a recorrer
España ese rancio e insoportable olor a sotana sucia y sudada desde
hace meses, ese que inundaba los colegios y las calles de un país
perdido en el olvido y rescatado transitoriamente por una corte de
meapilas y mercaderes sin escrúpulos. Y esperan también el
presidente Rouco y su Gobierno recibir puntualmente este año, como
todos, las dádivas concordatales que les permitan seguir con el
kiosko abierto, a la espera de las eternidades prometidas.
Por lo demás, la tranquilidad ahí
fuera es la nota dominante, a la espera de que la televisión se
ponga a tono y que el fútbol caliente las neuronas más propicias.
Tú, amigo o amiga, sobrellévalo con
entereza. No te olvides de que hay personas en el mundo y que es
importante quererlas y decírselo, para que la niebla no habite en su
alma y para que las ganas de vivir no sean eclipsadas por estos
bárbaros tan listos, pero tan poco inteligentes. Buenas noches.
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