Hay dos vicios muy peligrosos para
nuestros pensamientos y para nuestros actos.
Uno, el de generalizar. Consiste
en pasar de unas pocas experiencias similares sobre un asunto,
a la afirmación de que todas las experiencias posibles
sobre ese mismo asunto son también similares. Por ejemplo, tenemos
un par de experiencias frustrantes con mujeres (o con hombres) y de
ahí pasamos a afirmar que todas las mujeres son iguales (o
que todos los hombres lo son). O, por poner otro ejemplo, conocemos a
un tipo muy gracioso, que es andaluz, y de ahí concluimos que
todos los andaluces son graciosos. Como si los conociéramos a
todos, que diría Russell. La generalización es una maniobra
estúpida que nos impide ver la realidad con objetividad y que es
injusta con las personas que no conocemos, pero a las que les
colocamos una etiqueta que muy posiblemente será injusta con ellas.
El otro vicio igualmente peligroso es
el de la simplificación. Formalmente es muy parecida a la
anterior. Cualquier realidad, por pequeña que sea, suele ser
bastante compleja porque en ella suelen intervenir un buen número de
elementos. Sin embargo, hay mentes que no son capaces de soportar tal
complejidad, porque ésta les supera y lo que quieren es poder
dominar lo que ocurre en su mundo. Lo que hacen entonces es eliminar
la complejidad y reducir la realidad a alguno de sus elementos más
llamativos. Por ejemplo, el fenómeno del fracaso escolar tiene
multitud de ingredientes: el ambiente en el que se desarrolla la vida
del alumno, si éste ha sido iniciado en la lectura o en el gusto por
el saber, la actitud de los padres, si tiene el alumno un lugar
tranquilo y silencioso en donde estudiar, las salidas que le ve al
estudio, la calidad de los profesores que tiene, los problemas que
puede estar viviendo en su desarrollo personal, su salud, las
características de la escuela a donde asista, el tipo de amistades,
la organización de su vida, sus preocupaciones, el plan de estudios
que le han impuesto, etc. etc. Estudiar bien el fracaso escolar
supone analizar todos estos factores y más que no hemos citado, pero
esto es un trabajo difícil. Es mucho más fácil decir que todo se
debe a que los alumnos no estudian y terminar con ello la cuestión.
Con ello, además de echarle la responsabilidad al elemento más
débil -cosa que suelen hacer los que practican esta maniobra-,
resulta que no nos hemos enterado de en qué consiste, en realidad,
el fracaso escolar.
Estas dos maniobras tan perniciosas
abundan mucho en la sociedad y tendríamos que estar en guardia para
no caer en ellas. Buenas noches.
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