Tal día como hoy de 1903 murió Herbert Spencer.
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El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Berna González Harbour le hacía ayer una entrevista en El País al filósofo José Antonio Marina y la titulaban con una frase del propio filósofo: Que se haya puesto de moda la felicidad es catastrófico.
Creo que es un tema que duele, porque en este mundo tan hostil que estamos creando entre todos, aunque unos sean más activos que otros, nos vemos obligados a sobrevivir, a buscar un refugio, a caer en las esclavitudes que nos presentan o a intentar liberarnos de ellas, según la sensibilidad de cada cual. Dicho con otras palabras, la vida parece que nos empuja a encontrar la felicidad por encima de cualquier otro objetivo y sin que importe demasiado la manera según la cual se consiga. La felicidad no me parece que sea exactamente una moda, como dice Marina, sino, más bien, una necesidad vital que la sociedad neoliberal en la que deambulamos nos impone.
Si observamos lo que hacen y dicen los ciudadanos de hoy, podríamos estar de acuerdo en que la felicidad es la meta que quieren conseguir. Pero podríamos preguntarnos si esto “debe” ser así, si hemos venido a este mundo para ser felices y si este es el objetivo más importante que debemos conseguir.
Muchas personas contestarán, sin duda, que sí, pero me gustaría dejar algunas preguntas abiertas para que quien quiera intente contestárselas. Por ejemplo, ¿esto no desembocaría en una actitud de violencia, en la que regiría la ley del más fuerte? Por ejemplo, el rico quiere ser feliz teniendo mucho dinero, cuanto más, mejor; para ello tiene que explotar al pobre, que también quiere ser rico y quiere tener dinero, pero el rico le deja tener muy poco, con lo que tiene que conformarse con ser solo “un poco” feliz. ¿Es esto lo justo y lo que realmente queremos: la guerra permanente para conseguir la felicidad?
Le preguntaron al exfutbolista Jorge Valdano qué había experimentado cuando, en el campeonato mundial de fútbol de México, en 1986, marcó el gol que le dio el triunfo en la final a Argentina. Valdano dijo que la felicidad venía de la satisfacción del deber cumplido. Veo, por otra parte, que hay personas que buscan ansiosamente la felicidad y no logran encontrarla. ¿No será que lo que hay que buscar no es la felicidad, sino el cumplimiento de nuestro deber, y que cuando lo conseguimos, la felicidad nos viene dada por añadidura, como un regalo no buscado?
El blog internacional Masticadores FEM publica hoy mi artículo La igualdad entre hombres y mujeres en el mundo, en el que se ofrecen datos sobre esta situación. puedes leerlo aquí.
La violencia es la acción de utilizar la fuerza y la intimidación para conseguir algo.
No sé a ti, pero a mí me parece algo más propio de animales que de seres humanos. Entiendo la violencia como lo más lejano al respeto, a la racionalidad, al diálogo, a la buena voluntad, a la falta de libertad, al acoso, a la agresión, a la paz, a la igualdad y al buen sentido de lo humano.
Una de las peores violencias es la que los hombres ejercen contra las mujeres. ¿Por qué? Porque la ejercen entre seres humanos, entre iguales, entre seres que tienen diferente sexo, pero los mismos derechos. Esta es una de las mayores torpezas que un ser humano puede hoy desarrollar: creer que, así como el león es superior a una gacela, los hombres -y, concretamente él- son superiores a quienes tienen otro color de piel, a los extranjeros, a los pobres y, sobre todo, a las mujeres.
No hay ser éticamente más atrasado que el machista. Su interés malsano en mantener los privilegios masculinos lo hace creerse superior a cualquier mujer, particularmente a la que ha convencido para que viva con él. Su supuesta e interesada superioridad le hace justificarse la violencia contra ella, cualquier tipo de violencia: psicológica, económica, afectiva, sexual, física y vital.
Hay que descubrir al violento. Hay que denunciarlo. Hay que descubrirlo antes de que sea demasiado tarde. Hay que aislarlo. Hay que huir de él.
Todos debemos luchar, cada cual desde su situación, contra los machistas que ejercen violencia contra las mujeres.
Ojalá consiguiéramos la paz y la igualdad de derechos de todos y de todas.
Puedes leer aquí un resumen del Nuevo Informe de la UNODC y de ONU Mujeres sobre feminicidios.
Si te fijas bien, casi todo está cubierto por una densa capa de cinismo que puede adentrarse en nuestras mentes.
Haz lo que te dé la gana, pero para llenar bien el día de vida no tienes que hacer nada extraordinario. Sí algo que te guste, con lo que disfrutes, aunque lo importante es que lo hagas con cariño, con interés, haciéndolo bien, como si fuera lo último que vas a hacer en la vida.
El blog MasticadoresFEM publica hoy mi artículo La Igualdad entre hombres y mujeres / y II.
Puedes leerlo pulsando aquí.
Quiero manifestar mi apoyo y defensa de la sanidad pública.
Mis argumentos son:
La salud es un derecho humano (art. 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos), tanto en su aspecto físico como mental.
Por tanto, todos, no solo quienes puedan financiarse una atención sanitaria privada, tienen derecho a que el Estado cuide de su salud.
La salud es un derecho universal y, en un mundo dominado por la desigualdad económica, debe ser gratuito. Por eso hay que pagar impuestos, y que paguen más quienes más tienen.
Si alguien, autoridad o profesional, le niega la atención sanitaria pública a algún ciudadano, debería ser perseguido por la justicia.
No se puede confundir un derecho humano con un negocio.
Sí a la sanidad pública, universal y gratuita.
Vivimos el triunfo del corto plazo, de lo inmediato, de lo que causa placer y lo causa ya. Lo demás puede que exista, pero como si no. Se le ningunea y ni se le mira. Está de moda la chatez mental y nadie se atreve a mirar más allá de sus narices, no sea que vea algo que le altere su equilibrio plano.
Miro a la gente por la calle. Unos centrados en lo que oyen por los auriculares que llevan en las orejas. Otros concentrados en la pantalla del móvil, como si de un momento a otro fuera a aparecer en ella el secreto más buscado. Otros atienden a los dos reclamos a la vez. Da igual que pasen por un árbol sumido en la belleza del otoño, por un jardín pleno de flores primaverales o por un pobre hombre que duerme aterido por el frío de la noche. Lo que vale es lo que sale por el móvil, lo último, lo que reclama la atención con urgencia.
Invitas a comer a casa a unos amigos. Se sientan en donde hay cuadros, algunos de una belleza reconocida. Da igual: no los miran. Hay libros en diversos lugares. Es lo mismo: no les interesan. No preguntan qué estás leyendo. Tampoco ellos leen nada. Se preocupan por el placer, por la diversión, por lo que tienen entre manos en esos momentos. Más allá no hay nada. El arte está más allá, pero en el lugar en el que no se mira. El pensamiento está más allá, pero en el sitio al que no se sabe ir. El sentido está más allá, pero lo que les importa está más acá, en la superficie de una pizza, en el interior de una hamburguesa o en alguna pantalla. Y nada más.