HOMBRO
Del
latín úmerus.
Y en el s. XIX se creó HÚMERO
para el hueso de ese nombre. Así que tenemos un doblete en nuestro
propio cuerpo, dos húmeros, uno por vía popular y otro por vía
culta. Tenemos también omóplato
de origen griego, de plate,
llano, y omos,
espalda; y ese omos
está emparentado con úmerus.
Quizás ya es el momento de hablar de la epéntesis,
fenómeno fonético que consiste en añadir una consonante, o más,
para facilitar la pronunciación de secuencias difíciles. Hominem
evolucionó por síncopa a homne,
feminam
a femna,
húmero
a humro;
y los hablantes espontáneamente añadieron consonantes epentéticas
hasta llegar a hombre,
hembra,
hombro.
Los finales de nombre,
costumbre,
hambre,
urdimbre
y muchas otras palabras tienen este origen.
BRAZO
Del
latín bracchium,
y este del griego brachíon,
que significa más corto. O bien porque el brazo es más corto que el
antebrazo, o porque los brazos son más cortos que las piernas, estas
hipótesis ya las discutían los gramáticos romanos. Brazo
tiene preciosos derivados como abrazo
y abrazar,
brazalete,
bracero.
Braza
viene del plural de bracchium,
bracchia,
y era una medida antigua, lo abarcado con los dos brazos abiertos.
Existe embrazar,
el escudo por ejemplo, que no tiene nada que ver con embarazar.
Embarazar
y embarazo
derivan del leonés o portugués baraça,
cordel, palabra prerromana o celta (hay posibles paralelismos en
irlandés). La formación de la palabra sería paralela al latinismo
encinta,
de incincta,
significando para unos desceñida, sin cinturón, y para otros ceñida
con cintas o fajas benditas. Tenemos dos prefijos in
muy distintos (y esto ya pasaba en latín); uno significa negación,
como en incompleto,
invisible,
y el otro significa dirección hacia dentro, como en inmigración,
importación...
La raíz indoeuropea de brachíon
es la misma que da el latín brevis,
breve, y un superlativo de brevis, brevima,
se contrajo en bruma,
que en origen significaba el solsticio de invierno, el día más
breve.
¿Alguien
se ha fijado en que en el párrafo anterior hay un montón de
dualidades? ¿Será porque los brazos son dos?
CODO
Del
latín cúbitus.
Hombre, otro doblete en el brazo, codo
y CÚBITO,
palabras nacidas del mismo origen con distintos recorridos. En
realidad, ya llevamos cuatro dobletes, dos en cada brazo. ¿Cómo se
llega de cúbitus
a codo
por vía popular? Bueno, pues también es el momento de hablar de
lenición.
Es un fenómeno fonético que afecta al latín en su paso a las
lenguas romances. Consiste en relajar, suavizar, descuidar la
pronunciación. Hoy el castellano ya está normalizado, se estudia el
mismo castellano en las escuelas, pero en la realización del
lenguaje hay mucha más lenición
en la pronunciación de Andalucía o Murcia que en la de Castilla y
León, y ninguna realización de la lengua es superior a otra. Pues
por lenición
evoluciona cúbitum
> cóbito
> cobdo
> codo por
vía patrimonial, del latín al castellano, y por vía culta,
supongamos en el s. XIX, se retoma cúbito
para dar nombre a ese hueso, que, por cierto, creo que
estadísticamente es el que más se fractura. Derivados: codillo,
recodo.
Parientes indoeuropeos: todos lo que vienen de la raíz keu,
que significa curvar; cuba,
cúpula,
copa,
el latín cubare,
acostarse, cubil,
cubículo,
concubina,
cobijar,
incumbir,
sucumbir,
címbalo,
el griego kyfos,
encorvado, y obús,
que viene del alemán haubitze.
En
España nos es desconocido, pero en América, desde México a
Argentina, codo
coloquialmente significa tacaño. Se dice popularmente que es porque
el tacaño aprieta los codos para no sacar el dinero de los
bolsillos, o porque se lo escondía en una bolsa ceñida a la cintura
y se la apretaba con los codos.