Ante el odio -visceral, irracional, vacío de futuro- no valen nada ni la razón ni los hechos. Ya le pueden argumentar con toda la claridad posible, ya le pueden poner delante todos los hechos que vayan contra su odio: nada podrá con él. Quien odia no sabe que el odio lo ha destruido como persona y que ahora se dedica a destruir con su odio todo lo bueno que es capaz de encontrar. Ni siquiera se da cuenta de que ganaría más sin odiar. Después de un fracaso sin esperanza, ¿qué hace el que odia con su odio?