jueves, 16 de junio de 2022

Breve historia de una vida




 
Le pusieron delante el modelo de vida que les interesaba, con un chalecito adosado e hipotecado en las afueras, en una urbanización con piscina que creyó que era su parcela en el paraíso, y un coche grande, enorme, todoterreno, para poder visitar una finca que no tenía, pero que en cuanto se instalaba en él, sentía que estaba sentado en su propio trono.

Con esas dosis de anestesia en la mente lo habían expulsado de la ciudad, en donde su cercanía no era agradable para ellos. Como mucho, le concedían que volviera para hacer compras, a dejar dinero, a beber y a divertirse. Antes ya le habían privado de cultura, sobre todo para que no practicara el difícil arte de pensar, no fuera a darse cuenta de lo que le estaba ocurriendo. Ellos sí se quedaron en la ciudad, en buenas casas rodeadas de buenos restaurantes y con buenos servicios.

Lograron que se sintiera único, el mejor, un triunfador, y que se adornara con deudas varias durante años. A la vez, extrañamente, consiguieron que se considerara rico, importante, aunque en realidad fuera un empleado esclavizado y sobreexplotado más, incluso que se creyera un empresario, una especie de Florentino en pequeño, o lo que su imaginación o su frustración, empujadas por el cebo que le habían mostrado, le hicieran creer.

Una vez instalado en su cárcel, que él confundía con su paraíso, y separada su existencia y sus circunstancias de las del resto de seres humanos que le acompañaban en el viaje, se identificó con sus amos, con quienes le manejaban en su absurda ceguera, con quienes le engañaban para hacerle creer que era un rico triunfador, cuando no era más que un pobre ser obligado a trabajar lo necesario y más, endeudado y, a lo sumo, con unos ahorrillos casi improductivos.

Pronto comenzó a alabar a quienes le querían convencer de que era libre, aunque en realidad fuese un esclavo con gruesas cadenas invisibles que, gracias al caduco e inhumano sistema económico imperante, le ataban a su trabajo o, incluso, a su paro, a su sueldo, quizá mísero, pero que él creía que era una fortuna. Ensalzaba a quienes le amarraban a su rutinaria y dura vida, la mejor de las vidas posibles, según él, porque no tenía otra. Elogiaba a quienes le habían sumido en el individualismo y en el egoísmo, que le proporcionaban una soledad que él consideraba que era el estado natural de la existencia. Echaba flores sin parar a quienes le habían instalado en la cabeza los más inhumanos prejuicios contra los otros, contra casi todos. Él los había aceptado, se los había creído y se había embrutecido con naturalidad, sin que fuera consciente de su proceso.

Y entonces sucedió el gran acto suicida de su existencia: en las elecciones comenzó a votar a sus amos, a aquellos que le ofrecían unos magníficos buñuelos rellenos de nada, a quienes le quitaban los servicios públicos que él, sin enterarse, pagaba con sus impuestos, a quienes le amarraban a su triste existencia con unas pesadas cadenas que él no veía, pero que estaban ahí, presentes y eficaces. Votó a quienes le hacían creer que era lo que no era, a quienes, sin que él lo advirtiera, le habían instalado en su mente las mentiras que más le interesaban a ellos para mantenerlo con supuestos ideales, con un falso sentido para su vida que le impidiera tomar conciencia de lo que realmente estaba haciendo. Así se fue haciendo poco a poco racista, xenófobo, machista, intolerante, fascista, mezquino, egoísta y retrógrado. Y, sobre todo, le introdujeron en su vida uno de los más inhumanos sentimientos que se pueden tener: el odio a todo lo que no fuera lo que pregonaban sus amos.

En su juventud había oído que el amor lo podía todo. Ahora practicaba la máxima de que el odio gana cualquier batalla. La vejez llegó y lo encontró en una soledad no asumida, sin aficiones constructivas, sin entretenimientos sanos, con bastante menos ahorros de los que había tenido, porque había tenido que pagar la educación privada, la sanidad privada, el plan de pensiones privado, el chalé y los coches, pero con una hoguera en el alma de solitario que le hacía odiar casi todo lo que existía. Nunca llegó a odiarse a sí mismo, que quizá hubiese sido la única manera de que se diera cuenta de su situación.

Un día se murió, y solo entonces se liberó de su esclavitud y de su ausencia de humanidad, pero a esas alturas ya no tenía tiempo para vivir.

Joseph Butler. El Calendario de Pensadores y Pensadoras de Bautista. 16/ 6/ 2022



Tal día como hoy de 1752 murió Joseph Butler


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Los jueves, músicas nuevas. Jamie XX

 



JAMIE XX, el DJ y productor londinense, ha vuelto, después de dos años de silencio, con este ritmo que va a ser lo más “cool” en las pistas de baile del próximo verano.

miércoles, 15 de junio de 2022

Esa luz lejana



 

Lo ideal. Lo sano. Lo bueno. Lo justo. Lo deseable. Todo eso sería que, desde el nacimiento hasta que un ser humano alcanzara su madurez, sintiera en lo profundo de su vida que alguna persona, al menos, se preocupara por que fuese feliz. Y, también, por que se diera cuenta de que el sentido de la vida no se encuentra acaparando cosas sin límites, ni bajando al pozo del egoísmo, ni ensanchando la mancha de la codicia, ni practicando el bruto vicio del odio, ni impregnando la vida de ignorancia, sino mirando esa lejana luz que se enciende cuando procuramos hacer felices a todas las personas que nuestra limitada humanidad nos permite.

Gotthard Günther. El Calendario de Pensadores y Pensadoras de Bautista. 15/ 6/ 2022



Tal día como hoy de 1900 nació Gotthard Günther


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martes, 14 de junio de 2022

Desprecio



 

No puede haber democracia sin que los ciudadanos cumplan las leyes aprobadas en los diversos Parlamentos. Además, cualquier ciudadano que tenga alguna responsabilidad pública, por pequeña que sea, no solo debe cumplir la ley, sino que debe hacer que las leyes se cumplan.

El desprecio por las leyes y el afán de que cada uno haga lo que le dé la gana -eso que alguna portadora del síndrome de la ignorancia permanente y sus interesados súbditos llaman libertad- es lo que está convirtiendo a España en un país cada día más inculto, y a su sociedad en fascista, aunque parte de sus miembros solo se enterarán cuando les lleguen las consecuencias. Ahora están alegremente tomando cañas y estropeándose la mente con la televisión.

Max Weber, El Calendario de Pensadores y Pensadoras de Bautista. 14/ 6/ 2022



Tal día como hoy de 1920 nació Max Weber


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lunes, 13 de junio de 2022

Aniversario




Hoy es el aniversario de la muerte de mi madre. No voy a poner aquí ningún sentimiento personal, ni ningún recuerdo. Son asuntos privados y personales, y no le importan a nadie. Esto no es Telecinco. Quiero solo hacer una breve reflexión sobre la muerte.

La muerte forma parte de la vida, de la misma manera que la contraportada, la última parte del libro, forma parte de él, dándole cohesión a su estructura y facilitando su lectura.

La muerte es inevitable y universal. No hay, por tanto que temer pensar en ella, sino intentar asumirla y aceptarla, buscándole su función positiva, que la tiene.

Imagínate que no nos fuéramos a morir. ¿Habría algún motivo que nos impulsara a hacer algo hoy, cuando tendríamos toda la eternidad por delante para hacerlo? Si la muerte no existiera, no haríamos nada, la vida sería un aburrimiento constante y nuestras mentes estarían desérticas, dormidas, prácticamente “muertas”.

La existencia indudable de la muerte, de tu muerte y de la mía, nos debe dar ganas de vivir a fondo cada día, nos debe suministrar una urgencia por vivir cada instante, nos debe hacer aprender a integrar el presente y el futuro en un proyecto vital que tenemos que poner en marcha ya.

La muerte es la fuente de la vida. La vida no es un pasatiempo, sino el intento consciente, urgente y decidido de construir una existencia humana en el tiempo, antes de que este se acabe.

La muerte manda a este mundo sus adelantados: los malos, los ignorantes, los golfos, los egoístas, los gilipollas, los violentos, los discriminadores, los mentirosos y todos los que huyen de una vida humana y sana y se refugian en una brutalidad que impide que la vida crezca son enviados de la muerte. Ellos nos deben hacer ver una vida mejor.

Solo quiero sugerirte que no te duermas, que vivas, que le ganes a la muerte veinticuatro horas cada día.

Martin Buber. El Calendario de Pensadores y Pensadoras de Bautista. 13/ 6/ 2022



Tal día como hoy de 1965 murió Martin Buber


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