El problema fundamental de la vida es un problema ético.
¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano?
¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Las
grandes palabras son muy importantes, pero suelen presentarse vacías
de contenido concreto. Lo que las puede llenar es la economía. Por
ejemplo, la libertad es muy importante, pero si tu situación
económica no te permite ser verdaderamente libre porque no puedes
elegir lo que quieres, ¿qué libertad es la que defiendes? Y la
igualdad es también muy importante, pero si no hay, al menos, un
cierto grado de igualdad económica, ¿a qué nos referimos con la
igualdad? O la justicia. Si no hay en la sociedad una justicia
concreta, que se note en situaciones concretas de tipo económico,
¿de qué justicia hablamos? No digo que el único contenido de estas
grandes palabras sea el económico, pero sí que es indispensable. Lo
demás son milongas. Cuando tengamos que elegir, no deberíamos
emborracharnos la mente con grandes palabras vacías. Buenas noches.
La
madurez le sienta bien al madrileño COQUE MALLA, antiguo líder de
Los Ronaldos, que se une al rapero zaragozano KASE-O, de Violadores
del Verso. Bueno, pues el resultado es interesante.
No
se trata solo de oír, sino de escuchar. No es fácil, porque hay
mucho ruido, mucho vacío sonoro, mucho grito hueco, poco silencio
exterior y poco deseo de silencio interior. Creo que habría que hacer el
esfuerzo de poner entre paréntesis nuestro yo, nuestros pensamientos
y nuestras incesantes palabras, y recibir con atención lo que nos
viene de fuera. Ese transitorio vacío de nuestra mente tiene que llenarse
con lo que escuchamos. Hay que permitirle la entrada a las palabras
del otro, a las miradas del otro y a sus gestos. Y, como tan
brillantemente dice Pablo Messiez en la obra teatral “Las canciones”, hay que
escuchar la música, pero con todo el cuerpo. La música no se
escucha con los oídos. Merece la pena hacer la experiencia. Buenas
noches.
Vivo
mi propio mundo, que está dentro del mundo de todos. Mi mundo es el
conjunto de actitudes, de deseos, de esperanzas, de actos y, sobre todo, de
relaciones que establezco con la realidad. En
la infancia mi mundo era grande, casi infinito, aunque yo no lo
supiera. Todo era posible, todo cabía en el inmenso depósito sin
fondo de lo que podía suceder. Los años
vividos y la terca realidad fueron matizando las fronteras de mi
mundo hasta situarlo dentro de los límites de lo que estaba hecho a
mi medida. Llegó un momento en el que me sentí más o menos a gusto
dentro de ese mundo mío, aunque siempre estaba -y, para decir la
verdad, está- el deseo de ampliar sus límites, de ir siempre más
allá en casi todos los aspectos de la realidad de los que soy
consciente. Aún quiero con empeño ampliar mi mundo. Pero
lo que veo que le ocurre a los demás comienza a generar en mí una amenaza, una
visión triste que me viene desde el futuro: mi mundo se va a ir
haciendo cada vez más pequeño. Ya ha comenzado por la dimensión
física, por el cuerpo. Nunca he sido un dechado de capacidades
corporales, en ningún sentido, pero he ido tirando. Ahora noto que un poco por aquí y
otro poco por allá la máquina corporal se va deteriorando
lentamente. Afortunadamente queda la mente, que me parece una tabla de salvación. Si el mundo físico se va
reduciendo, siempre es posible que el de la mente se vaya ampliando.
Hay que proponérselo y hay también que poner los medios para que
esto ocurra. Creo que cuando decimos que vivir es un arte, hay que
entenderlo como que hay que ingeniárselas para frenar en lo posible
el empequeñecimiento del mundo del cuerpo, y mantener con decisión
el crecimiento del mundo de la mente. Buenas noches.