Atrévete a no tratar los bienes
públicos como si fueran privados.
No maltrates los cristales ni los
asientos de los transportes públicos, ni las señales de tráfico,
ni las fachadas, ni las calles ni los jardines.
Puedes disfrutar de
todo eso, pero sin olvidar que todos tenemos también el derecho a
hacerlo.
Buenos días.