Hoy celebro mi santo. De esto sí que
no tengo la menor idea de cuál es su sentido. Debe de ser algo
religioso, claro, pero el por qué se me escapa. El caso es que desde
pequeño me acostumbraron a celebrar esto. Me gusta hacerlo, pero
porque cualquier celebración es un buen momento para desearnos
felicidad, es decir, para sacar de nosotros nuestros mejores deseos,
para pensar en la otra persona, para acordarse de alguien, para hacer
fiesta y, en definitiva, para intentar vivir de la mejor manera
posible. Y como en cualquier celebración que se precie, ¡a comer!
La cuesta de enero me la voy a subir n veces cada día, a ver si
adelgazo. Tómate, si te parece, una copita a mi salud. Gracias.