Hay ocasiones en las que, al hablar,
junto a la belleza indudable del cuerpo, va apareciendo, sin que la
llamemos, la fealdad del alma, la degradación de la mente, la vejez
de cualquier pensamiento. Entonces toda aquella belleza se
resquebraja, el encanto se diluye y comenzamos a dar vitalmente
marcha atrás sobre sus escombros.
Buenas noches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes expresar aquí tu opinión.