Tenía razón Sabina: hay mucho, mucho
ruido en esta sociedad. Demasiado ruido. En los ambientes abiertos a
veces el ruido es ensordecedor. En los espacios pequeños resulta a
menudo insoportable. En nuestro propio interior nos atolondramos con
demasiada frecuencia. El silencio huyó despavorido hace tiempo. El
diálogo se hizo moneda de coleccionistas ante las prisas, los
monólogos, la necesidad de hablar y la rareza de escuchar. Con ruido
no se puede hacer nada serio, ni pensar ni hablar ni crear. Todos los
males evitables entran en la vida haciendo ruido. Necesito un mundo
de silencios, de pausas, de gestos, de manos, de miradas, de
sonrisas, de caricias, de abrazos, de escritos breves, de susurros,
de contemplación. Quizás sea un mundo raro, como yo, que cada día
creo que soy más raro, afortunada y desgraciadamente. Buenas noches.
Besos y abrazos y silencio.
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