La belleza -me refiero a las formas, a
las medidas, a las texturas- nos atrae, pero lo que nos enamora creo
que es la elegancia -me refiero al uso que hacemos de lo que es
bello. Unos ojos pueden tener una belleza espectacular, pero la
elegancia, lo que de verdad nos llega, está, no en los ojos, sino en
la mirada.
De lo que no solemos darnos cuenta es de que no es
necesario tener belleza para ser elegantes, ni de que no existe una
belleza oficial, absoluta, definitiva, sino un montaje tras el que se
ocultan negocios y poder.
Buenas noches.
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