OJO.
Del latín oculus.
Ya hemos visto en una entrega anterior la evolución regular de la
terminación latina -culus
a la española -jo
en numerosos ejemplos, speculum-espejo,
auricula-oreja...
Ojo tiene muchos derivados, como ojal,
ojeriza,
antojo,
y por vía culta oculista,
inocular.
La raíz okw
tiene que pertenecer al indoeuropeo más antiguo porque aparece en
montones de lenguas indoeuropeas. Ojo es aksi
en sánscrito, akn
en armenio, oko
en ruso, auga
en islandés, incluso el inglés eye,
por increíble que parezca, proviene del antiguo inglés eage,
que remite a okw.
En griego da ogps
y ofzalmós,
de donde óptica,
miope,
dioptría,
cíclope,
oftalmólogo,
autopsia,
que lo ves por ti mismo, piropo,
mirada de fuego. En grado cero, o sea sin la vocal o,
la raíz produce sorprendentes derivados: antiquus,
antiguo, el aspecto de antes, atrox,
atroz, de aspecto negro, ferox,
de aspecto fiero. En catalán oculus
ha dado ull,
en portugués olho;
en euskera es begia.
CEJA.
En latín el verdadero cilium
denominaba al párpado, y la ceja era supercilium.
Cuando un antropólogo habla del hueso este que tenemos bajo las
cejas, tira de étimo cultísimo, y lo llama arco
superciliar.
Hubo un desplazamiento semántico y de párpado pasó a significar
ceja, y el plural neutro de cilium,
cilia,
se acabó interpretando como femenino, ceja.
Tenemos derivados como cejijunto
o entrecejo.
Pero la raíz kel2,
que significa cubrir, produce los más sorprendentes derivados:
celar,
receloso,
oculto,
celda,
color
(lo que cubre), yelmo,
clandestino,
y desde el griego, Apocalipsis,
eucalipto,
de semilla bien oculta, y coleóptero,
de alas ocultas, por ejemplo el escarabajo.
PÁRPADO.
Del latín palpetrum
o su variante palpebrum,
pasaría por párpadro,
hasta llegar a párpado.
La raíz indoeuropea pol
significa sacudir, alude al movimiento rápido, y nos lleva a
palabras emparentadas como palpitar,
palpar,
y, desde el griego psal-lo,
psalmo
o salmo,
porque se acompañaba con la lira; en francés papillon,
mariposa, y de ahí nuestro pabellón,
tienda de campaña, porque sus velas se agitan con el viento.
PESTAÑA.
Esta palabra no es de origen latino ni indoeuropeo. Está restringida
al castellano pestaña,
portugués pestana,
catalán pestanya
y al gascón pestane.
En francés es cil
y en italiano ciglio,
del latín cilium.
Respecto a pestaña Coromines se inclina por un posible origen
prerromano, una supuesta palabra como pestanna,
pero no descarta que esté emparentada con el euskera pizta,
legaña. Está vigente en español el coloquialismo pitaña,
legaña, y pitañoso.
NUCA.
El origen de esta palabra es realmente increíble. Durante la Edad
Media los médicos italianos traducían al latín los tratados árabes
de Medicina, mucho más avanzados que los europeos. Y transcribían,
sin buscar términos en el latín, algunos términos árabes, como
hoy hacemos con el inglés, enter,
reset,
hardware,
etc. Y así transcribieron el árabe nuha,
médula espinal, y nuqra,
hueco (esta palabra ha acabado en árabe significando plata por
metonimia con el hueco del crisol). Pero, aparte de problemas de
errores en copias que eran manuscritas, nucha
acabó tomando los dos significados, médula y la oquedad de la parte
trasera de la cabeza. Cuando en el S. XVI se adoptó el latín
medulla
para la médula, nuca
quedó para lo que llamamos la nuca. La palabra entró también en
portugués, catalán, italiano, todos nuca,
y en francés nuque.
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