Lo podemos encontrar en la ciudad de Cuenca. Allí hay una Ermita dedicada a la Virgen de las Angustias, pero el intelectual que diseñó el rótulo de la calle, seguramente por influencia de la economía, omitió la referencia a la Ermita y a la Virgen y le quedó una frase ridícula que parece describir una depresión o una caída en desgracia. ¿Qué podrá pensar alguien que no tenga la mente deformada por las tristezas religiosas cuando vea estos títulos por la calle?
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