Modelo IV
El golfo que de repente se ve involucrado
Hay veces en las que el golfo se ve metido, sin quererlo, en un proyecto que no ha podido parar a tiempo y que, por tanto, sospecha que le va a dar trabajo. La táctica que usará en este caso puede tener dos variantes. Si el golfo habita en algún puesto de responsabilidad, entonces procurará no delegar ninguna de las funciones en las que se ha visto involucrado. Si, por el contrario, el golfo ocupa un puesto de a pie, intentará hacer acopio de funciones dentro del proyecto aparecido. En ambos casos, procurará que se paralicen todos los trabajos que pueda, aplicando las técnicas golfogenéticas que estén a su alcance. Si se adueña de los puestos clave, el proyecto se desinflará y el golfo podrá neutralizar el peligro que supone tener que ponerse a trabajar. Un suspiro de satisfacción probablemente culmine la faena.
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Estoy harta de los golfos que se pasean triunfantes por el mundo, poniendo caras a la gente y pensando que son lo mejor que uno se puede echar a la cara.
ResponderEliminarEstoy tan harta, tan harta, que hoy he explotado encima de uno. Pero como se saben reponer, como si uno no hubiera gastado sus fuerzas en enfrentarles, me he vuelto a casa más harta aún de lo que ya estaba.
Que esta clasificación de golfos no caiga en saco roto, lectores de Manuel. Estad atentos, porque estamos rodeados.
Tengo la creencia, Falsirego, de que, si no eres golfo/a, no puedes luchar contra un golfo. Los golfos caen, o bien por autodestrucción, por fallos clamorosos, o por luchas entre golfos. No creo que valores tales como la decencia, la nobleza, la rectitud, la buena voluntad, el trabajo, la generosidad, etc. tengan ningún efecto contra un golfo.
ResponderEliminarAceptado esto, cabe el desahogo, o la ironía, o el humor, pero como autoafirmación, no como arma arrojadiza.
Y a esperar, porque la golfería es una enfermedad gravísima que a veces no desaparece ni mediante una intervención quirúrgica que la intente eliminar: reaparece por otro lado.
También es muy saludable escribir. Estoy pensando algo sobre Berlusconi.
Como espectáculo, me hubiese gustado ver tu explosión.
Yo de ti, ahora o en estos casos, me dedicaba a contemplar alguna cosa importante, como la puesta del sol, la luz del atardecer o la cara de un niño (sin pensar, claro está, que podrías estar ante un golfo en potencia).
Los golfos no comprenden nada, son ignorantes y por mucho que les hables es como si hablases a un niño chico o incluso a las paredes.
ResponderEliminarMe resulta hasta cómico, ya que yo tampoco sé si lo que tengo a mi alrededor son amigos o sólo son golfos que se acercan a mi porque si!
La vida es muy triste y nunca te puedes fiar de nadie, es más, creo que no tengo a nadie por esas confianzas dadas que parecían correspondidas, pero que sólo era motivo de cachondeo...
Los golfos no comprenden, en el fondo no son personas, sino que intentan serlo. Un beso.