Desde que los ordenadores llegaron a las consultas, los médicos ya no te miran a la cara. Te pueden preguntar lo más íntimo o lo más importante, pero lo hacen con el mismo calor humano con que el surtidor de gasolina te informa del tipo de combustible que has elegido. A veces parece que te lo están preguntando a ti o a cualquier otro que pueda andar por allí cerca. Y si entre tus circunstancias hay alguna que no aparece en el ordenador, te lo dicen como si la máquina no pudiera equivocarse y fueras tú el causante de la ausencia. ¡¿Cómo es que usted no viene aquí a por las recetas de sus medicinas?! me echó en cara uno el otro día, sin saber o sin darse cuenta de que mis recetas de MUFACE no se registraban en el ordenador como las habituales de la Seguridad Social. Otro resumió la petición de que me sentara en una camilla que había en el fondo de la habitación con un gesto con la cabeza en la dirección hacia la que yo debería ir. Otro, en la misma circunstancia, se limitó a levantarse y, sin decir nada, ir hacia la camilla, dando por supuesto que yo debería seguirlo. Lo de decirle al ordenador lo que tienes, en lugar de decírtelo a tí, es también bastante frecuente
Entre el ordenador, las prisas, el poco tiempo de consulta, el cambio constante de médicos de familia, la actitud de algunos de estos y la política sanitaria de Espe y sus yernos, yo preferiría un buen robot, sabiamente programado con los conocimientos adecuados y con las normas de educación, de cortesía y de humanidad que alguien con sentido común le introdujera. Además, saldría más barato.
Yo también quiero un robot como médico de familia. Lo cierto es que en medicina preventiva suelo buscarme la vida en la privada, porque nunca me aciertan o yo no les entiendo, y además, parece que siempre te están acusando de algo: de no ir a verles, de no actualizar la tarjeta, yo que sé..... mira, paso de ellos; sin embargo, en la hospitalización, digo chapó.
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo contigo, Charo.
ResponderEliminarYo hasta ahora no he tenido nunca problemas con la pública. No he tenido que recurrir a la privada, y eso hace que siga teniendo esperanza en ella. Pero esperanza con minúsculas, claro. A la otra ni la menciono.
ResponderEliminarCreo que me he expresado mal.
ResponderEliminar"y eso hace que siga teniendo esperanza en ella [la sanidad pública]"