Ponerle el nombre a una tienda debe de ser un problema tremendo porque se tratará, supongo, de llamar la atención y de que el que vea tal nombre se acuerde de él fácilmente. Tengo que reconocer que las ocurrencias en este campo son muy ingeniosas. Voy a poner una serie de ellas que he ido recopilando en mis paseos madrileños.
La primera es la de una peluquería que está en una calle, cuyo nombre no recuerdo, pero que es perpendicular a la de Fuencarral. El nombre invita a no entrar a los amantes de los peinados tradicionales y, en cambio, es un reclamo para los que quieren hacerse algo diferente en el pelo. A mí, al menos, es lo que me parece.
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Manolo, aquí va otro nombre de establecimiento:
ResponderEliminarBar La última carta.
Estaba en Cádiz hace mucho tiempo y a nosotros nos encantaba.
Y otro nombre: las quince letras.
(otro nombre de bar, claro)...