20 de enero de 2020
Hay mucho ruido en el mundo.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
20 de enero de 2020
Hay mucho ruido en el mundo.
Ayer fue el tal Rubius, un tipo que vive de influir en los ciudadanos más tiernos, pero que no quiere aportar nada al bienestar de aquellos sobre quienes influye.
Hoy es un tal Manuel Villegas, un tipo del PP, médico, para más INRI, y consejero de Sanidad de Murcia, para que la afrenta y el descrédito sean aún mayores, quien, junto con cientos de funcionarios y altos cargos de la Consejería y del Servicio Murciano de Salud no asistenciales, se ha vacunado, saltándose la ley, justificando el acto “porque es médico” y considerando, al parecer, que su vida es más importante que la de los ciudadanos a quienes administra.
La moral murió hace algún tiempo, y cuando muere la moral surge la caradura y el egoísmo. No hay nada más bajo para el ser humano, ni más degradante ni más repugnante que el egoísmo. La gran desgracia de nuestro tiempo es que en nuestra sociedad crecen los egoístas como crecen los gusanos en un cuerpo muerto.
No tengo ningún interés en morirme, pero afortunadamente no veré toda la mierda que viene detrás.
19 de enero de 2016
Uno no importa nada, si lo que importa es la otra persona. No se trata de ser héroes, ni de sacrificar la vida, sino de ser humanos, de sentirse uno entre muchos que te necesitan, que nos necesitamos. Vivir no es vivir mi vida, sino la vida, la de todos. No se trata de renunciar al placer, sino de compartirlo. No se trata de instalarse en el sacrificio, sino de compartir las alegrías, y el tiempo y las oportunidades. Sólo olvidándose de uno mismo, se acordará la vida de ti.
18 de enero de 2016
Al parecer, hoy es el Blue Monday, el día más triste del año, según la Universidad de Cardiff, nada menos.
Deberíamos escuchar a quien está hablando
sin interrumpirlo, sin entorpecerlo,
sin dificultarle su discurso.
Deberíamos escuchar lo que dicen los tiempos,
lo que necesitan las personas,
lo que duele en el mundo.
Deberíamos escuchar sabiendo que es la única puerta
que abre el camino del aprender,
de la sabiduría y de la vida buena.
Deberíamos escuchar la naturaleza
y cuidarla incluso con más cariño
que el que pone ella en cuidarnos a nosotros.
Deberíamos escuchar el canto de los pájaros,
el discurrir del agua en el río y en el mar,
el grito del viento que huye de una temperatura a otra.
Deberíamos escuchar a las personas,
pero también a los animales, y a las plantas,
y a la tierra y a todo lo que habla sin decir palabra alguna.
Deberíamos escuchar la gran creación humana, la cultura:
las formas buenas de vivir, las artes, la ciencia,
todo lo que ha sido creado para hacer más humanos a los seres humanos.
Deberíamos escucharnos a nosotros mismos,
dejando aparte los ruidos que nos ensordecen
y oyendo con atención lo que somos, lo que vamos siendo.
Deberíamos callarnos de una maldita vez y escuchar.
Escucharlo todo, redescubrir el silencio, la potencia creadora del silencio
y la solemne necesidad y obligatoriedad del respeto.
Deberíamos escuchar.