El problema fundamental de la vida es un problema ético.
¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano?
¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
JACK
WHITE, nacido en Detroit, USA, es posiblemente la figura más
interesante surgida en el pop-rock en los últimos veinte años, con
una cambiante y creativa trayectoria como guitarrista en los White
Stripes y actualmente en los Raconteurs. Ya estuvo en este blog en
2014.
Para
ejercer de registrador de la propiedad, profesor de filosofía,
inspector, conductor, médico o arquitecto es necesario poseer un
título. Para
ser vendedor, sexador de pollos, enterrador, utillero, padre o madre
no hace falta ninguno. Buenas
noches.
Las
palabras salen al ritmo que marcan la mente del hablante y la
comprensión del oyente. No hay prisas, sino una calma voluntaria que
no se quiere perder. No
se trata de ganar ninguna partida. Cada uno dice lo que piensa, y el
otro piensa lo que oye. No es una batalla, sino un paseo común por
el campo de la palabra. El
volumen de la voz es el conveniente para que los interlocutores se
oigan, pero sin que nadie más se vea en la obligación de oír sus
palabras. Los
silencios no son tiempos muertos, sino activos. Son compartidos, pero
no problemáticos ni embarazosos. En el silencio se piensa y se
habla. Se disfruta tanto de la palabra como del silencio. El
hablante observa la repercusión que sus palabras tienen en el
oyente, para evitar el posible atosigamiento o un eventual cansancio.
Nadie
interrumpe. El oyente acompaña atentamente al hablante hasta que
acaba, salvo para ayudarle a expresarse, pero nunca para desviar el
tema de su charla. Hay un respeto fundamental por el otro, por el
acto de pensar y por la palabra. La
misma atención que pone uno al hablar pone el otro al escuchar. No
hay ruidos. En todo caso, sonidos que no distraen de la conversación. No
hablan de peculiaridades intrascendentes relacionadas con personas, y
la conversación se centra en hechos o en temas de los que se puede
conocer algo nuevo. Unas
notas de humor salpican la conversación. Su ausencia es más
lamentable que su abuso. Enseñan,
si es el caso, pero ninguno pretende aparecer como enseñante, sino
como aprendiz de lo que oye. No
juzgan a nadie, sino que analizan razonadamente lo que ocurre. Los
conversadores intentan crear un ambiente de cercanía, de empatía,
de comprensión. Cuando
alguno no está de acuerdo, lo dice con amabilidad, eludiendo
cualquier aspereza. Sus
miradas revelan cordialidad, incluso agradecimiento por el tiempo y
por las ideas que el otro le regala a través de sus palabras. Ninguno
se considera superior al otro, por abundantes que sean sus
conocimientos sobre el tema de la conversación. Si
uno descubre su propio error, lo reconoce noblemente y le da al otro
el mérito que le pueda corresponder. Los
gestos son claros y expresivos, pero suaves. Enfatizan lo que dicen,
pero buscando la precisión de las ideas, no su imposición al
oyente. La
sonrisa domina el paisaje afectivo. Las discrepancias no rompen la
relación que se crea al intercambiar honestamente las ideas. Hablan
con claridad y escuchan con atención. Ambos son presupuestos
indispensables. A
través de la palabra sacan fuera lo mejor que tienen sus mentes.
Comparten así su riqueza.
Me
resulta cada vez más difícil poder conversar así. Buenas noches.