Hay noches muy largas, demasiado largas.
Hay noches profundas, en las que no se ve nada, ni claro ni oscuro.
En las noches hace frío, un frío que a veces se mete en los huesos y no sale.
Si estás cansado, la noche te despierta fantasmas, hipótesis irreales, pesimismos sin remedio.
No hay que dejarles entrar, pero vienen, y, a veces, no quieren irse.
Y, sin embargo, cuando llega la mañana, el sol vuelve a salir, con nubes o sin nubes, pero sale.
Y sale para todos.
Y la noche se desmorona con la luz.
Y respiramos.
Buenos días.
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