Hace
tiempo que vengo sintiendo y diciendo esto, y protestando por ello.
No soy el único, lamentablemente, porque hoy he encontrado una carta
a la directora de El País en la que se habla de lo mismo: pocos
escuchan, muchos interrumpen.
“Cada
vez resulta más complicado que alguien te escuche. Es habitual
comenzar a contar algo con entusiasmo a alguien y que esa persona te
interrumpa contándote otra suya. La sociedad está centrada en los
deseos propios e ignora los de los demás. Y como nadie nos escucha,
aprovechamos cualquier oportunidad para contar lo que necesitamos
decir, aunque sea a costa de interrumpir a un familiar, compañero o
amigo que, como nosotros, tiene la necesidad de contar y que le
escuchen. Esto hace que las consultas de psicólogos y terapeutas
estén a rebosar de gente que lo que principalmente hace es contar lo
que necesita decir y que paga encantada a un profesional para que le
escuche, porque esa figura ha desaparecido de su entorno cercano.
Deberíamos aprender que cuando alguien nos habla hay que escuchar,
si se dirige a nosotros es porque lo necesita. Y no debemos
interrumpir. Lo agradecerá.
Roberto
Rodríguez Vesga. Bilbao"
Buenas
noches.
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