Educar en sexoafectividad es de vital importancia para el desarrollo emocional y la salud mental y física de l@s menores.
Desde un punto de vista sexológico, ético y legal, la escuela debe garantizar el aprendizaje de la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, la prevención de las violencias machistas y el respeto a la diversidad afectivosexual.
Así mismo debe dar herramientas para que l@s menores puedan tomar decisiones libres y responsables en el ámbito de la sexoafectividad (el placer, el deseo, el consentimiento, el mandato social hacia las mujeres para agradar a los hombres, la anticoncepción etc.)
Y debe introducir gradualmente estos conceptos desde la etapa infantil y de forma apropiada a cada nivel educativo y de aprendizaje.
Esta educación debe abrir las mentes y los cuerpos, para desterrar toda actitud represiva o visión pecaminosa de la sexualidad; y desvincularla de la culpa histórica que ha soportado.
A pesar de que no existe una obligación legal, también dentro de la familia es fundamental educar en sexualidad y transmitir conocimientos y valores libertarios.
Por desgracia, tanto en la escuela como en la familia, la educación afectivosexual es muy deficiente aún; y l@s menores tienen a la pornografía cosificadora y coitocentrista como principal referente educativo...
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