Puede que todos recordemos el ‘tamayazo’. Me parece que ocurrió en 1995. Dos personas se habían presentado a las elecciones de la Comunidad de Madrid por el PSOE, saliendo elegidos diputados. Cuando se votó para ocupar la presidencia de la Comunidad, se ausentaron de la votación, con lo que le dieron el cargo al PP, en la persona de Esperanza Aguirre. Salvo el PP y sus amiguetes, todos calificamos aquello de inmoral, de fraude, de traición y de algunas cosas más. Y lo condenamos, claro.
La degradación moral y política sufrida desde entonces, especialmente por los políticos de las derechas, ha hecho que ahora se pida con descaro, con desvergüenza y sin ningún reparo que algún diputado socialista traicione a su partido y su presencia en las listas por las que fue elegido y no vote a favor del candidato Pedro Sánchez. La inefable señora Arrimadas, que se entera solo de lo que le interesa y que tiene facilidad para darle la vuelta a lo que dicen los demás para ponerlo a su favor, capitanea esta ocurrencia y la califica de ‘valentía’. La moral y la traición consideradas como cualidades valientes. Y ninguna persona de bien de las derechas le ha reprochado tal barbaridad. Dios Nuestro Señor, en su infinita Misericordia, espero que me perdone, pero me parece que toda esta gente se va a condenar. A nosotros ya nos han condenado a tener que aguantarlos.
Buenas noches.
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