Quizás lo más importante de internet,
del grupo de amigos y de amigas que se relacionan por internet, sea
el tiempo que consciente y voluntariamente se regalan. No me refiero
al tiempo que se pueda perder en internet, sino a ese otro tiempo,
ese que es, en el fondo, la propia vida, que se emplea en estar con
el otro, en interesarse por cómo está, en distraerlo, en intentar
concienciarle, en consolarlo, en provocarle alguna sonrisa. A veces
estas personas nunca se han visto, nunca se han dado un beso ni un
abrazo, no conocen el tono de sus voces ni el color real de sus ojos.
Es posible que se idealicen y que se inventen una imagen del otro
algo irreal, pero lo cierto es que dan de sí lo mejor que tienen,
que el regalo que hacen de su tiempo y de su vida es desinteresado y
que, aunque no siempre se lo digan, se quieren.
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