sábado, 23 de agosto de 2008

Más madera / 3

En El Sosiego venden buen jamón y muy bien cortado. Seguramente el ritmo del corte del jamón que imprime el cortador, Carlos, es el que da nombre al establecimiento. Pero hay otro bar y cafetería, también en La Isla de San Fernando, en el que el intelectual que diseñó el nombre o el intelectual que lo plasmó en el toldo, alguno de los dos, se dejó llevar por el oído en lugar de por la cabeza y le salió lo que le salió. He aquí la muestra.


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Con lo cual, el inicial sosiego, la gustosa tranquilidad, quedó extrañamente trucado en una especie de insulto: ¡Sociego!, que quizás sea ¡So ciego!, es decir, ¡pedazo de ciego!, o algo así. Es la inevitable evolución del lenguaje.

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2 comentarios:

  1. So ciego, asi acabarán en el sosiego.. muy ciegos..

    ¿El sociego no podría ser también el ego social, el yo de la sociedad..?

    Los bares son el yo, los clientes el instintivo ello y mahou es el superyó

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  2. Muy agudo, Iago. Es posible también que una cogorza sea una inflamación del superyo.
    Hablando de ciegos, siempre me acuerdo del "Ensayo sobre la ceguera", de Saramago, una parábola muy esclarecedora de lo que pasa en la sociedad.

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